Por Gorka Landaburu
17/11/2015
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El primer ministro francés, Manuel Valls, no cesa de avisar que los atentados del pasado fin de semana en París se pueden volver a reproducir en cualquier momento. Este mensaje del primer ministro francés pretende que los parisinos y los franceses no bajen la guardia ante la evidente amenaza terrorista.
Por su parte el presidente Hollande, tras declarar que Francia se encuentra en guerra contra ISIS y el estado islamista de DAEHS, ha anunciado medidas excepcionales de endurecimiento y de protección movilizando a todas las policías y al ejercito galo.
Jamás, desde la guerra de Argel de los años sesenta, Francia había vivido una situación de tensión, de miedo y de inseguridad como la que vive desde los atentados del pasado fin de semana.
Pero lo que mas ha sorprendido es el modus operandi utilizado por los terroristas, como golpear en varios sitios de la capital al mismo tiempo y la autoinmolación de los terroristas. Este salto cualitativo es lo que preocupa a las autoridades y a la población. Pero todos son consientes, como lo afirma Valls, que estos hechos se pueden reproducir en cualquier momento.
Cuatro días después de los atentados sangrientos París vuelve poco a poco a recobrar su normalidad, pero la tensión y el temor no han desaparecido. Como Madrid hace 11 años, la capital francesa volverá a recuperar su vida cotidiana, con la ruidosa circulación, la gente ajetreada, el bullicio de las terrazas de café o con un metro repleto a las horas punta. Pero no será lo mismo porque todos saben que el enemigo esta al acecho.
La lucha va a ser larga y penosa. Muchos se preguntan si la venganza va a ser la mejor arma y, si no valdría también reflexionar sobre las consecuencias de todo lo que ha ocurrido.
La unión inequívoca manifestada después de los atentados de Charlie Hebdo no se va a volver a reproducir. En primer lugar porque está el estado de emergencia, decretado por el presidente Hollande y porque estamos en víspera electoral. El ex presidente Sarkozy y la extremista Marine Lepen ya están sacando provecho de la situación pidiendo entre otras cosas un mayor control y hasta la expulsión de los inmigrantes.
La unión que pretende François Hollande está rota porque cuando la violencia y las reglas ya no importan, la política es una terrible actividad en la que siempre gana Maquiavelo.
La ciudad de la luz se ha apagado pero a pesar de la divisiones y los intereses de unos y otros sólo entre todos podremos encontrar y devolver su esplendor a París.
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