EL COLUMNISTO
Los entresijos de la política.
Por Iñigo Aduriz
27/10/2015
La improvisación no es la mejor aliada de los gobiernos. En 2003, apenas 60 horas después de que un Yakovlev Yak-42 –contratado por el Ministerio de Defensa para trasladar a los militares españoles destinados en Afganistán– se estrellara en las montañas de Turquía, fue la improvisación la que impulsó al departamento entonces en manos de Federico Trillo a organizar un funeral de Estado por los 62 fallecidos en el siniestro sin que se hubiera realizado una identificación correcta de los cuerpos.
La improvisación hizo también que el pasado jueves que Defensa, hoy en manos del ministro Pedro Morenés, se apresurara a asegurar que se había encontrado con vida a los tres tripulantes del helicóptero AS 332 ‘Supere Puma’ desaparecido en plena ruta entre Dakar (Senegal) y Gran Canaria. La nota oficial que habla de la localización de un «aparato flotando, una balsa y bengalas encendidas», sigue colgada en la página web del Ministerio.
Pero como las identificaciones de las víctimas del Yak-42, la información transmitida por el Ejecutivo la pasada semana resultó ser falsa. Y no fue rectificada por el Gobierno hasta el viernes, un día después del siniestro. No había rastro de los militares, como no lo hay aún, pese a que sí se han hallado restos del aparato, según El País. Morenés adujo que su equipo había confiado en la información que les transmitieron sus colegas marroquíes, que de forma incorrecta les aseguraron que los efectivos estaban con vida y habían sido trasladados al puerto de Dakhla.
El apoyo de Rajoy
Ayer, durante su comparecencia para hacer balance de la legislatura, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se limitó a recordar a los tres militares desaparecidos –José Morales Rodríguez, Saúl López Quesada y Jhonander Ojeda Alemán– y a mandar su «apoyo» a las familias que, dijo, «viven con incertidumbre estas horas».
La incertidumbre se había alentado desde su propio equipo al difundir informaciones contradictorias, pero Rajoy quiso transmitir a Morenés –que se encuentra en Gran Canaria siguiendo las pesquisas– su «apoyo y cercanía». «No duden de que el Gobierno y las Fuerzas Armadas no descansarán ni un minuto hasta que los encontremos», concluyó.
Las coincidencias
Las similitudes entre la gestión del caso Yak-42 y el del helicóptero desaparecido el jueves –que participaba en la Operación de Seguridad Cooperativa con Senegal– están en la falta de asunción de responsabilidades por parte de los máximos responsables políticos del momento.
Trillo, que –según quedó de manifiesto en el juicio del caso– fue quien decidió que el funeral por las víctimas no identificadas del avión siniestrado en Turquía se celebrara a menos de tres días del accidente, no sólo no asumió esa responsabilidad sino que, además, ha sido premiado por el actual Gobierno con el cargo de embajador de España en Londres. Y Morenés, lejos de haber dimitido, recibe el respaldo del presidente del Gobierno a pesar de su gestión torticera de una desaparición aún no resuelta.
Una vez descartados el cese o la sustitución del ministro en pleno periodo preelectoral, resulta urgente que desde el Ejecutivo o desde el Ministerio de Defensa se facilite una comparecencia pública –preferiblemente en sede parlamentaria para que pueda someterse al escrutinio del resto de fuerzas políticas– en la que aclare las numerosas cuestiones del siniestro que siguen en el aire. El Gobierno debería explicar cuáles son los mecanismos que hacen que una información falsa –la que apuntaba a que los militares desaparecidos ya habían sido rescatados– se categorizara como A1, o de «verificación absoluta de veracidad».