Por Gorka Landaburu
15/07/2016
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Eran poco mas de las 11h de la noche, como en cientos de pueblos y ciudades de Francia decenas y decenas de miles de personas estaban en la calle para festejar el 14 de julio, fiesta nacional de los franceses y para ver los fuegos artificiales.
Por la mañana el presidente François Hollande y diferentes autoridades habían asistido al tradicional desfile militar en los Campos Elíseos. En todo el hexágono mayores, jóvenes y niños festejaban su fiesta y su sentimiento republicano.
Esa fue la hora y en pleno centro de Niza, la capital de la Costa Azul, en la que un terrorista de nacionalidad francesa y originario de Túnez, al volante de un camión frigorífico de 20 toneladas se adentró en el paseo marítimo, mundialmente conocido como “La promenade des anglais”, para arremeter contra la multitud y atropellar a toda la gente que con la sonrisa en los labios acababa de asistir a los fuegos artificiales y se disponía a regresar a sus domicilios.
El pánico y las escenas dantescas que se vivieron con decenas de cadáveres tumbados en el paseo, nunca lo van a olvidar los numerosos testigos que no salen de su estupor y que narran como ese camión blanco les paso a escasos centímetros.
El balance, por ahora, es terrorífico. Son 84 victimas y numerosos los heridos. Este nuevo ataque terrorista, el tercero en año y medio, tras el del semanario Charlie Hebdo que provoco 12 muertos, el 7 de enero del año pasado; y del 13 de noviembre en Paris que se saldó con 130 muertos, son la confirmación de que Francia sigue siendo uno de los objetivos principales para los terroristas yihadistas.
El Gobierno ha decretado tres días de luto y ha ampliado tres meses mas el estado de emergencia. Es la hora de las condolencias y de la solidaridad con los franceses. Uno de los primeros en reaccionar ha sido el presidente Obama, que ha mostrado su total apoyo a Francia, recordando también que es el mas viejo de sus aliados.
Sin embargo, además del luto es preciso hacer una profunda reflexión. Es cierto que debemos defendernos contra el DAESH o el Estado Islamista y, que todas las medidas que se tomen nunca serán suficientes, frente a unos terroristas kamikazes que están dispuestos a sembrar el terror y hasta a morir en el intento.
Es preciso que la Unión Europea, tan criticada en los últimos tiempos, unifique sus criterios frente al terrorismo. Que los diferentes servicios de policía y servicios de inteligencia se fusionen o colaboren mas estrechamente en la lucha contra el terror. No es de recibo, como se constato, recientemente en Bruselas que cada policía lleva su guerra particular y por su cuenta. Contra el terrorismo global hemos de dar una respuesta global.
Aunque el DAESH nos ha declarado la guerra, nosotros no estamos en guerra. El objetivo de los terroristas además de sembrar el terror también es pretender amilanar y provocar la duda y el temor en nuestras sociedades. Hay que responder con sangre fría y con inteligencia. También buscar las causas que nos han conducido a esta terrible situación. Tampoco debemos desestimar que la integración de todos estos grupos marginales que en su mayoría provienen de la inmigración o de países que fueron antiguas colonias francesas, no se sienten acogidos ni identificados por el país en el que residen. En muchos casos estos jóvenes poco ideologizados y casi siempre manipulados es gente que ha nacido en Francia y ha recibido una educación francesa.
El problema es complejo y debemos de ir a la raíz del problema. Contra el odio y el fanatismo sólo nos queda como respuesta la educación y la integración. Una integración que respete la pluralidad y las diferencias. No podemos ocultar nuestra preocupación porque el terrorismo bárbaro y despiadado nos va a golpear de nuevo. Puede ser en París o en cualquier parte del mundo. Se puede matar con una bomba, una pistola, un camión o un simple cuchillo. Lo pueden hacer en la calle, en el metro, en una discoteca o cualquier lugar publico.
Debemos defendernos, pero la comunidad internacional tiene la responsabilidad y el deber de encontrar la solución a conflictos que lo envenenan todo como son los de Siria, Irak, Afganistán y Palestina. Hay que reformular el dialogo con el mundo musulmán y sobre todo con el mas moderado. Ya lo planteó Zapatero cuando propuso la Alianza de Civilizaciones y que tuvo como respuesta diversas mofas y criticas.