Por Iñigo Aduriz
01/10/2016
ENTREVISTA | RAÚL GALLEGOS. Analista y autor de ¿Cuándo se jodió Venezuela? (Deusto, 2016)
La verdad incómoda sobre Venezuela. Esto es lo que se ha propuesto relatar Raúl Gallegos (El Salvador, 1973) en el libro que acaba de presentar en España y en el que considera que la realidad del país sudamericano no es sólo responsabilidad de la gestión gubernamental, sino también «de la ignorancia económica y del despilfarro de sus dirigentes». El analista, invitado en numerosas ocasiones por la CNN para debatir sobre asuntos relacionados con América Latina, recibió a Cambio16 esta semana, en un céntrico hotel de Madrid.
¿Cuándo se jodió Venezuela?
La crisis venezolana más reciente puede ser responsabilidad del chavismo pero esto se ha visto anteriormente en Venezuela, aunque quizá no a este nivel de profundidad. Por ejemplo, la inflación del año pasado está muy por encima de lo que se ha visto en el peor momento. Pero este país siempre ha tenido incentivos perversos para malgastar la riqueza, para tener una población que depende casi enteramente del Gobierno y espera beneficios del Ejecutivo, para tener un empresariado poco creativo que lo que quiere es lograr grandes ganancias rápido importando productos y revendiéndolos localmente, y una fuerza militar que cada día es más fuerte y está acostumbrada a privilegios y a mandar. Todo eso sucede desde que se descubrió el petróleo en 1914. En ese momento ya era un país con instituciones muy débiles, no había realmente una ley y un Gobierno, sino un dictador que se entronizó en el poder durante 27 años gracias a la riqueza que le cayó del cielo. Ese es el ejemplo que la sociedad, los políticos y el ciudadano de a pie durante generaciones han tenido. Es un país en el que hay una fiesta cuando hay un boom petrolero y luego se caen los precios y no hay nada.
Habla de la actitud de la población. ¿Cree que la situación actual es también responsabilidad de los ciudadanos?
Clarísimo.
¿Por lo que se hizo durante años negociando con la compraventa de dólares?
Los gobiernos han utilizado las regulaciones que se montan alrededor del dólar para evitar que el bolívar se desplome. Pero en realidad cuando lo estudias de cerca te das cuenta de que los controles de cambio han sido utilizados para mantener un control político sobre el sector privado. Para racionar los dólares y dárselos únicamente a aquellos grupos de poder económico que apoyan al Gobierno de turno. Si tú tienes una empresa y apoyas al Gobierno te dan dólares para que importes tu materia prima. Es una manera de control político sobre la economía que también ha funcionado bajo el chavismo.
Dados los precios del petróleo actuales, ¿cree usted que en el caso de que hubiera un Gobierno de distinto signo en Venezuela las cosas serían diferentes?
Si llegara la oposición al poder en algún momento lo que veríamos de manera inmediata serían políticas de mayor atracción de inversión, de respetar la propiedad privada y de crear un clima atractivo para el empresariado. Esto es indispensable para fortalecer la economía. Pero para desarrollar y diversificar la economía a futuro no veo que lo tengan muy claro los políticos de la oposición. Nadie ha hablado, por ejemplo, de crear un fondo para ahorrar la riqueza petrolífera para el futuro, de moderar el gasto y de convertirse una sociedad un poco más frugal y ahorrativa. Eso no se habla y es, en realidad, porque el incentivo es demasiado fuerte para que cualquiera que llega al Gobierno y controla esa riqueza no termine utilizándola esencialmente para comprar la voluntad de las personas. Esa es la gran tarea pendiente del venezolano y de la clase política venezolana: entender que la política de derroche y del control absoluto sobre la riqueza petrolera por parte de un Gobierno no es sostenible. Tiene que haber un sistema que permita ahorrar el dinero y que les ate las manos a los políticos para que no terminen derrochándolo.
¿Ve opciones de que el Gobierno cambie a corto plazo una vez que se ha retrasado el revocatorio?
La posibilidad es muy baja. El Consejo Nacional Electoral está en manos del chavismo, y éste no tiene incentivo alguno para permitir que un referéndum ocurra este mismo año y que les obligue ir a una elección que seguramente perderían. Yo creo que el Gobierno, en todo caso, permitirá el referéndum en 2017 porque hay un tema de formas democráticas que tiene que mantener. Si prohibieran absolutamente el referéndum sería dar un paso más allá y realmente establecerse como un Gobierno prácticamente dictatorial. Creo que no lo harán porque dentro del chavismo ya hay mucha gente que quiere que Maduro no esté porque, a su juicio, es él el que les ha llevado a esta situación. Aunque en realidad son las mismas políticas que Chávez instauró hace muchísimo tiempo las que les han llevado a esta debacle. Si ellos cambiaran a Maduro por alguna otra persona, a sus ojos y a los ojos de muchos venezolanos sería, entre comillas, algún cambio. Aunque yo no veo claro que dentro del chavismo exista gente lo suficientemente pragmática como para encaminar la economía por una buena senda.
¿Cuál cree que ha sido el gran error del chavismo, y cuándo se ha producido?
Las políticas que ha adoptado el chavismo en materia económica son las mismas políticas erróneas que han adoptado otros gobiernos de otro signo. Pero una de las cosas que se le critica mucho al chavismo es que llegó al poder utilizando un discurso de división social: nosotros versus ellos, los pobres versus los ricos, etc. Y si bien allí, como en muchos países en América Latina, ha habido divisiones socioeconómicas claras, en Venezuela hay muchísima más integración entre personas de diferentes grupos socioeconómicos o de diferentes razas. Ahora se ha acentuado el discurso de odio entre clases. Se le achaca al chavismo y hasta cierto punto es una crítica justa.
¿Le preocupa que haya un movimiento global en torno al populismo?
No es algo nuevo pero en esta etapa de nuestra historia mundial lo estamos viendo en varios lugares. Es una reacción a la globalización, que ha traído ajustes muy duros. Han cambiado los polos de poder económicos y cómo se ofrecen ciertos productos y servicios. Eso ha llevado a que muchos trabajadores se vean sin una carrera o sin que su trabajo tenga el valor que antes tenía, lo cual ha asustado a muchas personas. Lo estamos viendo en países como Estados Unidos o en Europa. En América Latina y en Venezuela, en particular, es un tema distinto, porque no es un asunto que tenga que ver con la globalización sino que se relaciona con que siempre ha habido capas de la población que han sido pobres. Y estas personas obviamente quieren que las cosas cambien. En América Latina el problema durante muchísimos años ha sido el mal manejo de la cosa pública. El hecho de que el Gobierno ha tenido muchísimo poder para manejar las cosas a su antojo y para priorizar lo político sobre la gestión económica. Eso ha llevado a que muchos países hayan creado una serie de incentivos perversos para el derroche, para la corrupción y para la ineficiencia. Y esto redunda obviamente en la vida de las personas.
¿Cuál es la principal preocupación de la ciudadanía venezolana en estos momentos?
La falta de productos básicos. El hecho de que miles de personas tengan que hacer cola en los supermercados y que su forma de vida se haya convertido en revender productos por la calle es una situación bastante trágica. En este momento la preocupación del venezolano medio es sobrevivir.
¿Qué se puede hacer para solucionar esta situación?
Es muy difícil porque Venezuela depende enteramente del petróleo y si éste tiene un precio muy bajo no hay mucho que hacer. La normalidad se va a restablecer cuando suban los precios, pero más allá hay una serie de políticas que ha instaurado el chavismo que tienen que empezar a desmontarse de manera gradual. Los controles de precios, por ejemplo, obligan a muchos empresarios a producir productos para tener pérdidas y eso no es sostenible en el tiempo. Eso lo sabe el chavismo y lo tiene muy claro el Gobierno, pero el discurso populista del propio Ejecutivo le impide hacer algo al respecto. No pueden liberar los precios de los productos de la noche a la mañana porque eso va en contra de lo que han venido predicando y, además, si se hace de golpe la inflación sería mucho más alta de lo que se está viendo en este momento, si bien eventualmente se estabilizaría.
¿Qué ha sucedido para llegar a esta situación de colas en los comercios?
Ha habido un problema tanto por el lado de la oferta como por el de la demanda. Si tú fijas el precio de un producto arbitrariamente lo que ocurre es que se incrementa tremendamente la demanda para comprar ese producto porque en países vecinos tú puedes vender ese producto a un precio normal sacándole una ganancia tremenda. Pero también esa demanda hace que escasee el producto y lo puedes vender en un mercado negro que se genera dentro del mismo país. Es una demanda infinita. Por el lado de la oferta, cuando se vende un producto a un precio realmente bajo, al empresario no le rentabiliza producirlo y deja de hacerlo. Eso crea todavía más escasez. En el país siete de cada diez productos vienen de fuera. Si yo no tengo divisas para comprar ese producto porque se ha desplomado el ingreso de mi principal exportación, por ende no puedo importar el producto terminado tampoco. Todo eso lleva a que haya cada vez muchos menos productos mientras la demanda es cada vez mayor, y por eso se producen las colas.
¿Sigue habiendo corruptelas por parte de la ciudadanía venezolana?
Sin duda. Están los bachaqueros, cuyo negocio es revender productos que están regulados a un precio mucho más alto en el mercado negro. Pero también vemos a personas de a pie que trabajan en empresas que producen, por ejemplo, papel higiénico, y que antes de que ese papel higiénico se distribuya a nivel nacional ellos mismos se quedan con algo. También están los militares activamente en el negocio de revender productos básicos. Se han creado los incentivos en una sociedad para que todo el mundo busque atajos para lograr sobrevivir o hacer dinero. Es un mundo en el que las personas no ven a futuro la posibilidad de desarrollar una profesión para poder proveer a su familia sino qué nueva jugarreta o qué nuevo atajo se puede utilizar para hacer dinero en base a las reglas que está creando un Gobierno.
¿Cómo se revierte esta situación?
Sin duda es indispensable un nuevo modelo. Como ejemplo se puede señalar lo que han hecho países ricos en el pasado. Chile, por ejemplo, tiene mucha riqueza del cobre y ha creado dos fondos para ahorrar constantemente sus ingresos, que sirven para pagar las pensiones o sostener el gasto público en tiempos de vacas flacas. También hay países del Medio Oriente que tienen sistemas cambiarios muy estructurados atados al dólar. Hay una región como Alaska, rica en petróleo, que lo que ha hecho ha sido crear un fondo que le da dividendos al ciudadano anualmente y eso hace que los vecinos estén comprometidos con cómo se maneja el sector petrolero y esa riqueza. También implica que los políticos le deban explicaciones al ciudadano y no que éste sea comprado por el político. Todos sirven como ejemplo para Venezuela. A mi juicio, la sociedad venezolana es como un adicto al malgasto de la riqueza petrolera. Como cualquier adicto tiene que asumir primero que tiene un problema y luego ir a terapia, tomar una serie de medidas, etc. Lo mismo pasa con un país. Si es adicto al malgasto tiene que crear un sistema que le ate las manos al político para que no sea tan fácil llegar a los niveles que estamos viendo hoy en día. Generaciones de políticos en Venezuela se han negado a adoptar estas medidas.
¿El problema de inseguridad tiene también que ver con ese modelo de sociedad?
En parte sí, pero el tema de la seguridad es sumamente grave en Venezuela y la criminalidad está fuera de control prácticamente. El crimen organizado se ha enfocado en secuestros de personas que da la impresión que tienen acceso a divisas. Y uno de los factores para que esto haya sucedido es que las fuerzas de seguridad están sumamente corrompidas. Aparte de la corrupción, aquellos que no son corruptos dentro de la Policía no tienen recursos para hacer su trabajo de manera adecuada. Pero lo más grave es el nivel de impunidad que existe en el país. Hay un Gobierno corrupto y la gente se cree que eso es aceptable, y existe además un sistema legal sumamente corrompido que deja que los ladrones y otro tipo de criminales se queden libres. Además, el Ejecutivo tiene una ideología de izquierdas y piensa que entrar duro contra la criminalidad es una política de derechas. Creen que eso no se hace porque al final se daña al pueblo y a ese sector que les apoya. Por eso el Gobierno ha hecho todo lo posible por evitar asumir una política dura contra la criminalidad. Y el criminal lo sabe.
¿Cree que hay un riesgo de estallido social dado el clima de enfrentamiento que existe entre el Gobierno y la oposición?
Ese riesgo existe. Pero lo único relativamente positivo es que históricamente los venezolanos no han sido un pueblo que opte por grandes explosiones violentas o tome la justicia por su mano y trata de matar presidentes. Es un país en el que no hay papel higiénico pero no ha habido ningún intento de atentado ni contra el presidente ni contra sus ministros. Sí que es un país que opta por las protestas. En 1989, el caracazo, que fue la protesta más fuerte en la que hubo saqueos, luchas entre personas que protestaban y militares, dejó en torno a 300 personas oficialmente muertas. Eso marcó mucho al venezolano. Tanto los políticos como los ciudadanos de a pie temen llegar a esos niveles. Porque para muchos países latinoamericanos 300 muertos no son nada, porque la violencia es tremenda y han muerto muchas más personas por razones políticas. Pero el venezolano es mucho más pacífico y más cauto. Eso ha evitado que la cosa se salga de control. En todo caso, estamos entrando en un periodo inédito desde el punto de vista del nivel de presión económica y no se le ve salida por el lado político y tampoco por el lado de que los precios del petróleo surjan de la nada. Habrá que ver cómo reacciona esta nueva generación de ciudadanos ante estas circunstancias. No creo que a punta de protestas logren sacar a este Gobierno. Para eso se necesita un nivel de protesta muy grande, una oposición muy unida que sea capaz de sacar grandes cantidades de personas a la calle constantemente. Y no estamos viendo eso en Venezuela. La gente está más preocupada por encontrar alimentos, y eso podría permitirle tener mucho más tiempo a este Gobierno.
¿Qué le parece el papel que han asumido expresidentes españoles como Felipe González o José Luis Rodríguez Zapatero y cómo ve sus apelaciones al diálogo?
Su papel es loable y lo hacen con toda la buena intención del mundo. Pero conociendo Venezuela y la política venezolana lo que estamos viendo es a un Gobierno que tiene el control de todas las instituciones. Para que haya una negociación real ambas partes tienen que tener algo que ofrecer. Y si el Gobierno tiene todo el poder y la oposición no tiene nada que ofrecer, ni siquiera capacidad de organización para paralizar el país, hay muy poco de qué hablar. El Gobierno chavista está utilizando el tema de la negociación como estrategia para atrasar y atrasr el referéndum para cuando le convenga. No veo que haya un genuino interés por tener una negociación.