Por Cambio16
21/07/2017
La Policía explica a través de una nota que las investigaciones se iniciaron al detectar que un narcotraficante que había salido de prisión tras cumplir una pena por tráfico de cocaína, había levantado aparentemente de la nada un imperio inmobiliario, turístico y hostelero, poniendo al frente del mismo en un principio a su propia madre.
Los agentes averiguaron que la madre del principal sospechoso había construido un complejo turístico utilizando unos terrenos rústicos -valorados en más de 250.000 euros-, a pesar de que sus únicos ingresos consistían en una pensión no contributiva.
Durante el tiempo que su hijo permaneció cumpliendo condena, la construcción de dicho complejo permaneció «dormida», retomándose de nuevo a pleno rendimiento, a raíz del acceso del mismo al tercer grado penitenciario. En ese momento fue cuando el cabecilla creó una empresa para asumir la propiedad de dicho complejo, sin realizar transacción económica alguna. Los investigadores comprobaron también que el verdadero dueño del complejo era el hijo y que la madre actuaba como testaferro.
La investigación de los agentes desveló también que en función de su desarrollo empresarial, el principal implicado realizaba inyecciones de capital de origen ilícito en sus cuentas o las de la empresa a través del método denominado «pitufeo» -un sistema de blanqueo en el que se realizan multitud de pequeños ingresos en efectivo-. Para no ser descubierto utilizaba los datos de clientes de los alojamientos que regentaba y que habían pagado mediante medios electrónicos, para “lavar” miles de euros. También para este método de blanqueo contaba con la connivencia de una empleada de banca, también detenida, a la que le facilitaba las cantidades a blanquear y un listado con los datos de los supuestos pagadores.
Tal era la cantidad de dinero que inyectaba en su empresa, que le permitía ser mucho más competitivo que otras mercantiles similares, tanto en precio como en equipamiento de sus instalaciones, llegando a hacerse con la explotación de un conocido complejo de apartamentos de la localidad de Chiclana.
Del mismo modo, creó más empresas con el fin de “distraer” a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de Estado en el desarrollo de posibles investigaciones, y para facilitar la labor de camuflar o blanquear los beneficios ilícitos obtenidos del narcotráfico. Una de estas empresas es un famoso restaurante del Poblado de Sancti Petri, en el que invirtió más de medio millón de euros en obras de acondicionamiento.
Como consecuencia de todos estos precedentes, se realizaron 11 registros en lugares directamente relacionados con el cabecilla y su entorno, bloqueándose además 26 bienes inmuebles e interviniéndose 45.000 euros en metálico, así como 210.000 más en diversas cuentas de la organización. Los agentes también se incautaron de 450 plantas de marihuana, 50 kilogramos de hachís ocultos en un doble fondo de una furgoneta, 25 teléfonos móviles encriptados, 8 ordenadores, 4 discos duros y abundante documentación -con gran valor para la investigación por blanqueo de capitales-, y de 6 vehículos de alta gama.