Por Iñigo Aduriz
17/11/2016
La actividad legislativa de la XII Legislatura acaba de estrenarse esta semana marcando tendencia sobre cómo serán los próximos años y dando muestras de la pluralidad de opciones que abre el hecho de que ningún partido ni ningún bloque tenga una mayoría clara en el Congreso de los Diputados. El Parlamento, que este jueves ha celebrado una sesión solemne en la que el Rey ha dado por inaugurada oficialmente la legislatura, ha visto cómo en sólo dos días ha cambiado por completo el escenario de los últimos cinco años.
Así, mientras hasta ahora el PP había logrado mantener su hegemonía, bien por haber obtenido una mayoría absoluta –hasta 2015– o bien por la situación de inactividad legislativa derivada de la interinidad del Ejecutivo, a partir de esta semana se ha constatado la idea de la necesidad de pactos y acuerdos que se venía augurando incluso antes de las elecciones del 20D, hace casi ya un año. Las horas transcurridas desde el inicio del Pleno del pasado martes permiten sacar al menos dos conclusiones:
1.- El acuerdo es posible:
Uno de los principales reproches que se ha hecho a los políticos en los meses en los que no se ha conseguido formar Gobierno ha sido que no eran capaces de llegar a acuerdos a pesar de que sin pactos era realmente imposible realizar ningún avance político dada la pluralidad del Parlamento y la ausencia de mayorías contundentes. Ciertamente, a pesar de que han transcurrido casi once meses desde la celebración de las primeras elecciones generales, en diciembre de 2015, y a que entre enero y mayo el Congreso estuvo activo durante la corta XI Legislatura, no ha habido ningún acuerdo decisivo o determinante, al margen de los puntuales alcanzados entre los partidos de la oposición sobre reprobaciones o peticiones de comparecencia del Gobierno en funciones.
Los únicos grandes pactos fueron el suscrito por el PSOE y Ciudadanos en febrero para hacer a Pedro Sánchez presidente–y que no logró sus objetivos al no contar con más apoyos–, y el logrado en julio entre el partido que preside Albert Rivera y el PP para hacer a Rajoy presidente. Este sí salió adelante finalmente y tras casi cuatro meses de que se firmara, sólo después de que el PSOE anunciara su abstención a la investidura del líder de los populares.
Pero en las primeras horas de la nueva legislatura ya ha quedado claro que los acuerdos y los pactos son posibles. Tras cuatro años de rodillo de los populares la negociación ha regresado a la Cámara Baja. El martes, el diálogo posibilitó que salieran adelante las dos grandes iniciativas que se habían llevado a Pleno. La proposición de ley del PSOE para frenar el calendario de implantación de la LOMCE contó con el apoyo de todos los grupos, excepto el PP, y supone el inicio del camino para la paralización de esa normativa que ha sido cuestionada por prácticamente todos los sectores educativos. Su aprobación se consiguió gracias al consenso de todos esos grupos que van desde ERC a Ciudadanos.
Otro acuerdo, nada corriente en los últimos meses, fue el que alcanzaron los dos grandes partidos, PP y PSOE, para promover un Pacto de Estado contra la violencia machista. Se trata de una iniciativa que llevan años reclamando tanto las organizaciones feministas como los partidos de la oposición al Ejecutivo de Mariano Rajoy. Y finalmente ha sido cuando el PP ha perdido la mayoría absoluta cuando ha accedido a firmar un pacto contra esa lacra que ha supuesto el asesinato de decenas de mujeres.
2.- La gobernabilidad sigue siendo complicada:
El PP trataba este miércoles de actuar igual que cuando disponía de mayoría absoluta al presentar a la presidencia de la Comisión de Exteriores del Congreso al exministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, salpicado desde junio en el escándalo de las grabaciones en las que se le escuchó conspirar contra políticos independentistas catalanes. A primera hora de la jornada los populares dieron por hecha su elección, al creer que los grupos socialista y de Ciudadanos votarían en blanco cumpliendo así con el pacto tácito para repartirse los cargos en las distintas comisiones.
Sin embargo, el revuelo mediático y ciudadano –sobre todo en las redes sociales– que ha causado esa pretensión del PP ha frenado primero al PSOE y luego al partido de Albert Rivera, a quienes algunos ya habían comenzado a ver como cómplices de ese nombramiento. Ante el intento de los populares de colocar a Fernández Díaz en cualquier comisión –después del rechazo a que presidiera la de Exteriores llegaron a plantear la posibilidad de que dirigiera la del Tribunal de Cuentas– los socialistas anunciaron a primera hora de la tarde su veto. Y Ciudadanos también anunció que respaldaría únicamente a cualquier otro candidato.
La urgencia de los populares por llegar a acuerdos y, sin embargo, su dificultad para alcanzarlos, también está quedando de manifiesto en la negociación de los Presupuestos Generales del Estado, imprescindibles para garantizar la gobernabilidad. El PSOE, que se abstuvo en la investidura de Rajoy, ya ha dejado claro que no piensa respaldarlos. El Ejecutivo intentaba ayer una estrategia similar a la de legislaturas pasadas, consistente en el acercamiento a los nacionalistas. La primera reunión se producía el martes entre Soraya Sáenz de Santamaría y el portavoz del PNV en la Cámara Baja, Aitor Esteban. Y este le dejaba claro al Gobierno que sólo un cambio de actitud podría facilitar un acercamiento. A todo esto deberá acostumbrarse el equipo de Rajoy de cara a los próximos meses. La legislatura, ya apunta maneras.