Por HÉCTOR ESTEPA (Atenas)
Manolis Glezos (Naxos, 1922) es un héroe vivo de Grecia. Su leyenda nació un 30 de mayo de 1941 cuando, en compañía de su camarada y amigo, Santas Apostolos, derribó la bandera con la cruz gamada nazi colocada en esa época, la de la ocupación alemana, en lo alto de la Acrópolis. Fue sentenciado a muerte en rebeldía, arrestado en 1942, sometido a torturas, logró huir y fue encarcelado de nuevo un par de veces más hasta su escape definitivo en otoño de 1944. Ahora es el eurodiputado más veterano del Parlamento Europeo. Consiguió su escaño como cabeza de lista de la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza) en las Europeas del pasado mayo.
Su lucha continúa desde su asiento en Bruselas. Ha criticado severamente el pacto de los izquierdistas con el Eurogrupo firmado el pasado viernes. “Algunos argumentan que para llegar a un acuerdo, te tienes que retirar. No puede haber compromiso entre el opresor y el oprimido. Entre el esclavo y el ocupante la única solución es la libertad”, escribió el veterano político en la página web del ‘Movimiento Ciudadano’, la facción que encabeza dentro de Syriza.
Su opinión no es la de cualquiera, y el primer ministro Alexis Tsipras lo sabe. Glezos ganó una popularidad proverbial en la izquierda griega durante la guerra civil. Fue condenado a muerte varias veces a partir de 1948, debido a sus convicciones políticas. El apoyo de la opinión pública internacional evitó el cumplimiento de las condenas. Fue condenado a cadena perpetua en 1950, liberado en 1954, arrestado de nuevo en 1958 por espionaje y finalmente liberado en diciembre de 1962.
Llegó a ser condecorado con el premio Lenin de la paz otorgado por la extinta Unión Soviética y su imagen salió en una serie de sellos de la época emitidos por Moscú: “Renombrando la Troika como instituciones, el memorando de entendimiento como acuerdo, y a los acreedores como socios no cambias la situación previa”, lamentaba Glezos en su escrito. “Me disculpo ante los griegos por haber contribuido a esa ilusión”, añadió reclamando la formación de asambleas para dilucidar si los seguidores de Syriza apoyan la situación.
“El triunfo de Syriza se debe principalmente a dos causas. En primer lugar, ha sido votado por los que querían escapar del régimen de austeridad y en segundo lugar por los que han creído que este partido recuperará la independencia nacional e implementará la soberanía popular”, explicaba el veterano Eurodiputado a Cambio16 antes de conocer la reunión del Eurogrupo.
“Ciertamente hay una gran distancia entre anunciar e implementar un programa y entre la intención y la puesta en marcha. Las promesas de Syriza podrán ser cumplidas en la medida en que los militantes de Syriza se mantengan en estado de alerta y los que votaron a su favor no se sientan relajados, ejerciendo presión constantemente. Sería un desastre dejar las esperanzas desvanecerse”, advierte Glezos. Parte de los votantes del partido que se han manifestado en los últimos días a favor del gobierno frente al parlamento tenían el mismo discurso: “estaremos con el gobierno mientras el gobierno estén con nosotros”, decían.
El europarlamentario reconoce la dificultad de negociar con las autoridades de la UE: “En Bruselas, la sede de la Unión Europea y del Parlamento Europeo, se ha estructurado y está funcionando un régimen centralizado y arbitrario, supuestamente democrático. Nuestra arma contra esto es nuestro derecho. Por eso lograremos tener éxito”, confía.
Cree, eso sí, en la capacidad de escuchar de Tsipras. «Consulta con los órganos competentes y es el exponente de las decisiones colectivas. Escucha y conversa. Reconoce sus errores. Como he dicho en otras ocasiones, si Syriza es la conciencia política del pueblo griego, Alexis es su aliento y su coraje”, destaca Glezos.
Su negativa a aceptar el pacto con el Eurogrupo no ha sido su primera desavenencia con la dirección de Syriza. Hubo otras anteriormente. El célebre compositor Mikis Theodorakis llegó a acusar al partido de haber utilizado su figura y la del eurodiputado para “incrementar su fuerza electoral” y llegar al gobierno a través del sistema abandonando los pilares del frente popular y de la riqueza del país. Glezos lo ve desde un prisma alternativo: “Mi punto de vista es que es beneficioso que un movimiento se aproveche de las personas que se identifican con sus objetivos, luchas y comportamiento”, explica.
Trayectoria política
Su trayectoria política ha tenido de todo. Ganó su primer escaño como diputado en 1951, mientras estaba en prisión. Concurrió a los comicios con una agrupación conocida como EDA (siglas en griego de Izquierda Democrática Unida) y fue reelegido en 1961. La dictadura de los Coroneles, iniciada en abril de 1967, supuso su vuelta a prisión, hasta su exilio en 1971. La democracia fue restaurada en 1974 y Glezos se convirtió en diputado por el partido socialista (Pasok) en 1981. En 1984 llegó por primera vez al Parlamento Europeo con ese mismo partido, el tradicional dominador de la política helena, caído ahora en desgracia para el electorado. Los socialistas han sido señalados por los votantes de Syriza por haber creado el estado clientelar heleno y haberse plegado a los postulados de austeridad de la Troika. Glezos cree que, en sus inicios, el Pasok tenía similaridades con Syriza: “Se trata de las mismas esperanzas, los mismos sueños, aspiraciones e inquietudes. La manera en que el Pasok gestionó esos sentimientos es conocida, pero también se requiere un estudio exhaustivo de ese periodo. Repetir los mismos errores sería desastroso”, subraya el eurodiputado.
Comenzó a alejarse de los socialistas en 1986, cuando ganó las elecciones para convertirse en presidente del ayuntamiento de Aspiranthos, la localidad donde nació, en la isla de Naxos. Desarrolló allí un proyecto de democracia de base.
En el año 2000 volvió al primer rango de la política nacional. Fue cabeza de lista de Synaspismós, el partido precursor de Syriza, en las generales de entonces. Valora como un triunfo la victoria de su partido en los comicios del 25 de enero: “Mi generación luchó para la libertad, la independencia nacional, la justicia social y la soberanía popular. Consiguió la libertad, pero perdió todo el resto. Con el triunfo de Syriza, actualmente se dan las condiciones para recuperar la independencia nacional, implementar la soberanía popular y la justicia social. Así podremos decir a los compañeros que cayeron que el sacrificio no ha sido en vano, y ha producido resultados”, reclama Glezos.
Parte importante de su trabajo en el partido ha sido formar parte de la elaboración de un informe para reclamar a Alemania las reparaciones por los efectos de la Segunda Guerra Mundial en Grecia. Altos cargos del partido reclaman especialmente la devolución de un préstamo de 476 millones de reichsmark, la moneda utilizada por Alemania hasta 1948, que las autoridades teutonas obligaron a transferir al Banco de Grecia durante la ocupación y nunca fue devuelto. Su valor ascendería hoy a entre los 7.000 y los 11.000 millones de euros.
La devolución forma parte del programa de Syriza: “Es posible hacer pagar a Alemania cuando toda Europa sea consciente del asunto. Cuando sea apoyado por el gobierno y se active el comité parlamentario especialmente constituido con este propósito. Cuando se informe al pueblo alemán de que tenemos el derecho absoluto desde el punto de vista legal, político y moral de reivindicar y cobrar las deudas de Alemania a Grecia”, explica Glezos.
“Hay que devolver los tesoros arqueológicos que fueron retirados de los museos y los yacimientos. Pagar las reparaciones por los daños ocasionados a la economía griega y registrada por la Comisión Aliada de París de 1946. Compensar el préstamo forzoso otorgado a Alemania durante la ocupación e indemnizar a las víctimas de las atrocidades nazis”, comenta el histórico político.
Glezos cree que se le debería dar la oportunidad a Grecia de aliviar su deuda pública, que supera el 176% del PIB, como se le dio a los germanos tras la Segunda Guerra Mundial: “De lo contrario tendríamos un doble rasero. Tal y como se ofreció ayuda en aquel entonces a Alemania, ahora hay que ayudar a Grecia con medidas del mismo tipo”, explica.
Él sigue reclamando no sólo esa deuda sino un cambio de políticas hacia Grecia desde el Parlamento Europeo. Lo hace con más vitalidad que muchos de sus compañeros de escaño, a pesar de tener 92 años. Sigue siendo un hombre incombustible. Lo demostró en las manifestaciones anti crisis de los años recientes, cuando llegó a ser gaseado por la Policía.