Por MANUEL DOMÍNGUEZ MORENO
“Yo no tengo otra cosa que mi palabra”. Con este equipaje político se presentaba Susana Díaz como candidata del PSOE para presidir la Junta de Andalucía ante los votantes durante la campaña. Pero la verdad es que tiene un potencial político que pocos podrán discutirle. Contra todas las recomendaciones, convocó las elecciones de forma anticipada y en un contexto de extraordinaria dificultad, y lo hizo con un doble fin: fortalecer su liderazgo social en una Andalucía alarmada por los escándalos de corrupción y con el fin de dejar claro su peso político en una España en la que el PSOE aún camina a la deriva en el tiempo que según todos los datos se va a poner fin al modelo único del bipartidismo.
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Susana Díaz certifica su posición tras su paso por las urnas y deja varias conclusiones. En primer lugar, obtiene un resultado excepcional, solo pierde cuatro puntos y repite el número de escaños, mientras el PP pierde diecisiete escaños y se queda a diez puntos porcentuales del PSOE.
En segundo lugar, frena el avance de Podemos, a quienes las encuestas otorgaban más de veinte diputados que finalmente se han quedado en quince, acusando una realidad que no estaba en sus previsiones. Aun así, los votos que cosecha Podemos merecen mucha atención.
En tercer lugar, legitima su posición institucional puesto que se le reprochaba ser una presidenta ‘a dedo’, puesta por la salida inesperada de Griñán del palacio de San Telmo.
En cuarto lugar, refuerza su liderazgo interno en el PSOE, donde le disputa un sólido prestigio, con base electoral, a Pedro Sánchez. Con este resultado, todos los ojos del PSOE se vuelven hacia ella como sujeto de una esperanza difuminada que ha vuelto a adquirir consistencia.
En quinto lugar, y muy relacionado con el anterior argumento, Susana Díaz no se ha medido con un candidato local, sino con el mismísimo presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que ha disputado, mitin tras mitin, la campaña electoral como si fuera él el candidato. Rajoy se volcó con su argumento de gestión de la crisis, y claramente ha perdido ante Susana Díaz. El PP ha obtenido sus peores resultados en unas andaluzas desde 1990.
Pero ahora hay que gobernar, y ahí vendrán nuevas y serias dificultades. Esta es la primera etapa de un largo camino en el que la siguiente estación son las elecciones municipales y autonómicas del 24 de mayo y tras el verano llegarán las elecciones catalanas y generales.
Díaz podrá gobernar un parlamento ‘inestable’ o al menos más plural, si aplica con inteligencia la lógica de la llamada ‘geometría variable’ –pactos a distintas bandas en según qué temas–, pero seguramente más rico e interesante desde el punto de vista político.
En cualquier caso, lo que sí parece cierto es que la decisión que tomó en su día ha resultado ser acertada: IU y PP se precipitan al vacío mientras ella consolida al PSOE en una plaza en la que gobierna, contra viento y marea, desde hace treinta y tres años. Aunque también es indudable que ha abierto la puerta a dos corrientes nuevas que entran como un ciclón en la Cámara andaluza: Podemos y Ciudadanos.
Por ello, Susana Díaz, que había decidido que hablaran los andaluces pese a tener aprobados unos presupuestos autonómicos con el apoyo de IU para este conflictivo 2015, tendrá ahora que hilar muy fino este ‘patchwork’ en el que se ha convertido el tablero político andaluz, con cinco fuerzas con representación parlamentaria.
«Un tiempo nuevo para dialogar, coser y unir”
La ganadora de estos comicios habló de “diálogo” tras conocer los resultados. “Hoy comenzamos un tiempo nuevo para dialogar, coser y unir”, dijo. Los retales de esta nueva manta pasan de tres representantes en el Hospital de las Cinco Llagas (sede del Parlamento de Andalucía) a cinco, y dos de ellos, los recién estrenados en este nuevo escenario (Podemos y Ciudadanos) harán sudar lo suyo al PSOE andaluz para facilitar la gobernabilidad, sobre todo cuando pase este tormentoso año electoral y deba aprobar unos nuevos presupuestos para 2016 con los resultados inciertos que deparen las generales al líder socialista, Pedro Sánchez.
Ya en plena campaña electoral, tanto la propia Susana Díaz como las direcciones de Ciudadanos y de Podemos cerraron radicalmente el camino a un posible pacto de gobierno de coalición. Y qué duda cabe que la mayoría del PSOE es contundente y relativamente cómoda, sobre todo gracias al batacazo del PP, pero muy alejada de los 55 escaños que otorgan la mayoría absoluta. También debe ser consciente la formación de Susana Díaz que se ha dejado en el camino con respecto a 2012 nada menos que 118.881 votantes, más de cuatro puntos porcentuales.
Y mientras tanto, la tercera fuerza política en el nuevo Parlamento andaluz, Podemos, ha pasado de obtener más de 189.000 votantes andaluces en las Europeas de 2014 a 590.011, que se ha traducido en 15 escaños, quizá algo menos de lo que todas las encuestas apuntaban, pero también con datos llamativos. Por ejemplo, ha sido la formación más votada en la capital gaditana y ha cosechado respaldos en prácticamente todos los 774 municipios de la comunidad andaluza.
También Ciudadanos ha pasado de la nada a nueve escaños. Hace menos de un año, en las Europeas, el partido de Albert Rivera cosechó en Andalucía 46.299 votos. Este respaldo ha pasado a 368.988 electores que han confiado en la formación naranja, es decir, ha multiplicado por ocho sus resultados en solo unos meses. Ahora tienen la llave de la gobernabilidad, pero el PSOE deberá para ello retratarse con un partido de derechas.
El escenario
A partir de ahora se abre un escenario que para Susana Díaz se antoja más “estable” que los condicionantes a los que estaba sometida en su gobierno de coalición con IU. “Ahora tengo esa estabilidad que no tenía hace dos meses”, añade la lideresa andaluza del PSOE. Y para ello pide también “responsabilidad” al resto de formaciones de la oposición después de estos resultados. “Ahora han hablado los andaluces y lo han hecho claramente”, apunta Díaz.
En clave nacional, el PSOE aguanta los muebles, después de 33 años ininterrumpidos gobernando en Andalucía, contra todo pronóstico en la tierra donde se investigan los escandalosos ERE fraudulentos. Pero dejando a un lado ya este 22-M, los socialistas deben remar en otros escenarios completamente diferentes como son las municipales y autonómicas de mayo y las posteriores elecciones generales, en las que Pedro Sánchez deberá poner en valor su liderazgo ante el empuje arrollador evidenciado por Susana Díaz en Andalucía.
Mientras tanto, todas las lecturas que el PP puede hacer de estos resultados andaluces son incontestables en clave negativa. El varapalo ha sido considerable después de ganar los comicios autonómicos de 2012 aunque sin mayoría suficiente para formar gobierno. Lo más ‘singular ‘ de la noche del 22-M fue ver a su candidato, Juan Manuel Moreno Bonilla, asumiendo la derrota inapelable. Esta es la democracia.
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*Fotos: REUTERS
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