Por Andrés Tovar
02/06/2017
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Las negociaciones internacionales son más un arte que una ciencia. Cuando se firmó el acuerdo sobre el clima de París en el año 2015 por 195 países, se sentía como si la ONU finalmente había dominado ese arte, unos 25 años después de que comenzó a trabajar en él. Ahora, un presidente de EEUU, incrédulo o negado al cambio climático, ha amenazado con descarrilar aquellos progresos retirándose del acuerdo.
Aunque líderes mundiales y corporaciones globales instaron a Donald Trump a permanecer en el acuerdo, hay un buen número de personas -sí, las hay- que seguro se sentirán aliviados tras esta decisión en Estados Unidos. Ellos argumentan que el pacto, y por extensión el mundo, estarían mejor sin la participación del gigante norteamericano en el acuerdo.
Para entender por qué, consideremos cómo funciona el acuerdo de París. Éste le permite a cada país decidir su propio objetivo de reducción de emisiones, y asume el objetivo voluntariamente. Si un país no cumple su objetivo, el único castigo es la vergüenza pública.
Ahora ponga a un negador del cambio climático y es mucho más probable que la vergüenza desaparezca. Es claro que, con tan solo cuatro meses que Trump tiene en el poder, EEUU no haya hecho avances significativos para cumplir su compromiso inicial con el acuerdo de París, realizada durante la administración de Barack Obama, para reducir las emisiones en 2025 a alrededor de un tercio de lo que los EEUU emitió en 2005. Cuando el país deja de hacer una promesa de ese tipo y no sufre ningún castigo, habría sentado un precedente en pro de la debilitación de un tratado sobre el clima que ya es débil. La mera presencia de EEUU, junto a las otras naciones firmantes, era una muestra de buena fe que ahora amenaza con socavar el objetivo del pacto.
«El acuerdo de París no pretende ser una oportunidad de marketing ni una plataforma de presión. Es un club para los países que son parte de un esfuerzo global para combatir el peligroso cambio climático y que están comprometidos con la reducción de emisiones -de gas de efecto invernadero- y la sostenibilidad del planeta. Los EEUU ya no cumple con estos criterios de admisión», escribe Joseph Curtin, un miembro del Consejo Asesor de Cambio Climático del gobierno irlandés.
Tiene sentido: los EEUU emite alrededor de una sexta parte de todas las emisiones globales de gases de efecto invernadero, y sus emisiones per cápita se encuentran entre las más altas del mundo. Es evidente que el resto del mundo se interese en que EEUU se comporte como un vecino responsable en nuestra pálida vecindad azul. Pero ¿a qué costo?.
El acuerdo de París está configurado de tal manera que cada país tiene que renegociar sus objetivos para reducir las emisiones cada cinco años. Luke Kemp, profesor de política ambiental y relaciones internacionales en la Universidad Nacional de Australia, sostiene que EEUU, si hubiera seguido siendo un miembro del acuerdo, probablemente habría jugado a intimidar e impedir estas negociaciones. “La administración Trump podía hacer más daño dentro del acuerdo que fuera de él» sugirió en un artículo reciente en The Conversation.
Por eso, ante las amenazas de Trump, otros grandes emisores del mundo como la UE y China se vieron obligados a reafirmar que van a respetar sus compromisos con el acuerdo de París. Más allá de un mero simbolismo, estos recordatorios pretenden disminuir el riesgo real que otros miembros también abandonen el barco de la sostenibilidad influenciados por la decisión de EEUU. También sugiere que hay otros gobiernos dispuestos a asumir el manto del liderazgo climático.
Cuando los EEUU, hace 20 años en las negociaciones del Protocolo de Kyoto (un precursor del acuerdo de París, que EEUU nunca ratificó), la Unión Europea se hizo cargo y fortaleció las reglas en el acuerdo de Marrakech en 2001, que reunió a 164 países para negociar la letra pequeña del acuerdo de Kyoto.
En esta ocasión, India y China podría asumir ese papel, en parte debido a que estos dos países son ya están por delante de sus compromisos de París para reducir las emisiones. Esa es una razón más por qué una salida de EEUU no tendría el mismo efecto de sentencia de muerte que parece haber tenido en otro gran pacto internacional, la Asociación Trans-Pacífico (TPP); a diferencia del acuerdo de París, el acuerdo comercial TPP carecía de un reemplazo obvio para asumir el papel de liderazgo dejado por los EEUU.
De los 195 países que han firmado el acuerdo de París, un0s 146 representa más del 65% de las emisiones globales, y ya han ratificado o aceptado informalmente.
Con los EEUU fuera, el gigante norteamericano queda por debajo de estos 146 países. Eso no es ideal para el planeta, pero es suficiente para el acuerdo de París pueda sobrevivir.