Por Iñigo Aduriz
3/11/2015
Podemos está volviendo a incorporar a su discurso uno de los mensajes con los que nació como partido, y uno de los que más caló en la opinión pública: la idea de la «gran coalición». A principios de 2014, en el ecuador de la legislatura y con una sociedad española que empezaba a ver las consecuencias de los recortes del Gobierno de Mariano Rajoy, la formación que encabeza Pablo Iglesias lanzó esa consigna de que PP y PSOE «son lo mismo», y removió el mapa electoral al considerar factible esa posible unión de socialistas y populares de cara a las elecciones generales.
Esta estrategia –unida a su planteamiento programático– le funcionó, sobre todo frente a su gran rival político: el PSOE. Podemos consiguió marcar el paso al entonces secretario general de los socialistas, Alfredo Pérez Rubalcaba, que comparecencia tras comparecencia tuvo que desmentir esa idea de la «gran coalición» y cualquier vínculo de su partido a las políticas del PP.
Y a partir de noviembre de 2014, pocos meses después de que Pedro Sánchez accediera al liderazgo del PSOE, la formación de Iglesias conseguía incluso superar a los socialistas en intención de voto, por lo que se reivindicó como la alternativa de gobierno a esos dos grandes partidos tradicionales.
Cambio de expectativas
Hoy, cuando apenas quedan dos meses para las generales, las expectativas electorales han cambiado de manera notable para la formación morada. Si bien las últimas encuestas apuntan a que puede estar empezando la recuperación, a Podemos se le sitúa ya en cuarta posición.
A esto ha contribuido la irrupción de Ciudadanos, a la que algunos estudios sitúan ya con opciones de disputar el triunfo en las elecciones a PP o PSOE. Pero desde el partido morado restan importancia a estos trabajos demoscópicos e insisten en que, desde que nació Podemos las encuestas siempre se han equivocado.
Pero en las semanas que restan al 20 de diciembre el partido de Iglesias volverá a tratar que el fantasma de la «gran coalición» tenga consecuencias en los resultados electorales. A esto contribuirá el hecho de que Podemos mantenga un discurso distinto al de las otras grandes fuerzas políticas respecto a qué hacer ante el desafío independentista en Cataluña.
La ‘bunkerización’
Mientras la semana pasada Rajoy conseguía el apoyo de Pedro Sánchez y Albert Rivera en su estrategia contra Junts pel Sí y la CUP, que pasa por acudir a los tribunales, Iglesias se desmarcaba apostando por el diálogo y por dar la palabra a los catalanes a través de una consulta. Es precisamente esta discrepancia la que trata de explotar el líder de Podemos, y la que puede beneficiarle en comunidades autónomas sensibles a las cuestiones territoriales, como la propia Cataluña o el País Vasco.
En la rueda de prensa posterior a su encuentro con Rajoy, Iglesias ya habló de la existencia de esa una nueva «gran coalición» a la que ahora suma a Ciudadanos, tratando así de vincular con los partidos tradicionales a esta última que pretende representar la regeneración política y que, según las encuestas, puede sustituir a Podemos como alternativa para La Moncloa.
El máximo dirigente de Podemos tildó a Sánchez y a Rivera como los «aliados» del presidente del Gobierno y del PP y les acusó de «inmovilistas» ante la situación catalana. «Les percibo bunkerizados, y ese búnker que parece que quieren formar esos tres partidos de la gran coalición no ayuda. No estamos en tiempos de búnkeres», insistió.