Por Belén Kayser | Foto: Lino Escurís
Ésta no es una historia de emprendedores que se reinventan en mitad de la crisis. O quizá sí. La historia de Catherine Urwitz es la de una mujer trabajadora, soñadora y madre que ha esperado hasta la madurez para inventarse una profesión a su medida: ser guía turística para suecos por España. Cat mezcla así, como los “expats” modernos, un poco de su país de origen, Suecia, y otro tanto de su patria chica, España. Crisis sí, pero más que económica, “personal”, confiesa.
Ahora vemos normal dejarlo todo para empezar en otro sitio. Pero ella comenzó pronto: aterrizó en el país con 22 años sin saber español. “En los 70, con las suecas -bromea-, buscaban guías con idiomas. Yo hablaba francés e inglés, pero me eché un novio español y me puse al día. Estudié el bachillerato en castellano en Suecia y la carrera de turismo en Madrid”. Pero la vida le acercó a la publicidad y no fue hasta el año 2000 cuando se centró en su sueño: “Enseñar a los suecos mi España”.
Urwitz recoge a sus clientes en el aeropuerto con higos secos, agua y fruta fresca. Muchos han llegado al tour a través de las páginas de publicidad en los diarios; otros por el boca a boca. Diseña experiencias culturales de una semana por precios de 2.000 euros y ha encontrado un nicho de mercado: “Sé lo que me gusta de España y lo que le gusta a los suecos”. Sus viajes no se limitan sólo a mostrar un museo con una experta o a recorrer Las Alpujarras junto a un paisajista, sino que “si hace sol, toca terraza y cafelito”. Con ella, se come y cena a la hora española. “Cómete una fruta y aguanta”, les digo. Lo de pagar a escote también se enseña: “Venimos a vivir como españoles”.
Para poner en marcha su primer viaje contactó con una agencia. Les propuso su plan y aceptaron. Aunque también trabaja por encargo. “Una vez tuve que preparar una boda y en otra ocasión organicé una clase de flamenco en la escuela de Cristina Hoyos”, relata. Pero en la mayoría de los casos diseña personalmente el programa y elige hoteles, restaurantes y menús. Se conoce Andalucía al dedillo. Y también Madrid y Cataluña.
“Pippi Langstrump era una ‘buscacosas’. Yo busco sitios”. Sus tours son la adaptación real de sus diarios de viaje. “Mis guías locales son los mejores, he tenido 15 años para pulir los itinerarios”. Catherine se siente cómoda comparándose con el personaje creado por la escritora sueca Astrid Lindgren. Y es que las dos tienen algo en común: tras conocerlas, la imaginación se dispara. Es todo pasión; así que no es de extrañar que sus 12 tours al año cuelguen el cartel de vendido meses antes de ponerse en marcha. La fórmula es sencilla: “Quiero tratar a mis clientes como trataría a mis amigos”.
Como un detective
“Este trabajo es muy divertido porque es muy creativo. Me encargaron preparar una boda en Andalucía, ¡pero protestante! Tú me dirás dónde encuentro yo una iglesia protestante en Sevilla. Pues conseguí una capilla privada, busqué dos guitarristas que tocaron una canción española con letra sueca, busqué las flores para la novia y negocié el alquiler de los coches de caballos para llevar a los invitados a su hotel. Ahora me han pedido que organice un viaje por Andalucía recorriendo fincas pequeñas. Tirando de amigos he encontrado una bodega familiar, una casa con una gran colección de arte. ¡Tengo que hacer de detective!”, bromea Catherine Urwitz.