Por Cambio16
26/05/2017
EEUU impidió hoy que el G7, reunido en la siciliana Taormina, adoptase una postura común sobre el respeto del Acuerdo de París sobre cambio climático, pues es un asunto «en revisión» por el Gobierno de Donald Trump.
Tras reunirse a puerta cerrada durante casi cinco horas, el primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, que ejerce de anfitrión, compareció ante la prensa para anunciar que «hay una cuestión que permanece en suspenso: los Acuerdos de París sobre el clima (…) la Administración estadounidense tiene una reflexión interna en curso» sobre esto, justificó el italiano.
Estados Unidos es el único país de las siete democracias más industrializadas del mundo que no ha secundado una postura consensuada sobre los mencionados Acuerdos (2015), mientras que el resto confirmó «su compromiso y determinación» para hacerlos valer. Gentiloni explicó que el G7 «confía que una vez que Washington resuelva sus cuestiones internas quiera participar» en el cumplimiento de esta ambiciosa agenda a la que se han sumado más de un centenar de países de todo el mundo.
El temor de Washington es que el Acuerdo, que pasa por reducir las emisiones para atajar el problema del calentamiento global, suponga una pérdida de potencial y capacidad industrial frente a otros gigantes del planeta, especialmente ante China.
Preguntada por si la cuestión del clima fue una pugna de seis contra uno durante la primera sesión de este G7, la primera ministra británica, Theresa May, lo negó y dijo que fue una «óptima discusión».
En cualquier caso, el mandatario estadounidense tomará en el plazo corto de tiempo, incluso a su regreso a Washington, una decisión sobre su continuidad dentro del pacto sobre el clima, según ha avanzado durante la cumbre su asesor económico, Gary Cohn.
Esa fue la primera de las divergencias que adelantó en la mañana de este viernes el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, quien vaticinó que este G7 sería «uno de los más difíciles» pues algunas políticas están aún «en revisión» por Washington. No obstante, los líderes del G7 sí demostraron unidad en la lucha «contra el terrorismo y el extremismo peligroso», hasta el punto de que firmaron una declaración «ad hoc» sobre esta lacra.
El texto, firmado por todos y cada uno de los mandatarios hace especial hincapié en la necesidad de combatir el terrorismo en internet, la a menudo «antecámara del terrorismo» según Gentiloni.
La firma de esta declaración representa una mano tendida hacia el Reino Unido, «un mensaje de amistad, vecindad y colaboración», tras el atentado del pasado lunes perpetrado en Manchester, que acabó con la vida de 22 personas, entre ellas muchos jóvenes.
May agradeció el compromiso de sus socios: «Gracias por el apoyo demostrado hacia Reino Unido ante este terrible ataque. Creo que es importante demostrar la determinación de todos los países para combatir el terror y proteger a nuestros ciudadanos», dijo.
En quince puntos y tres páginas, el G7 realizó un llamamiento a proveedores y servidores de internet, pero también a las redes sociales, para «incrementar sus esfuerzos en la localización de contenido de índole terrorista» que circula por la red de redes.
También animaron a la industria a «desarrollar de manera urgente y compartir nueva tecnología y herramientas para mejorar la detección automática de contenido que incite a la violencia».
Asimismo consensuaron estrechar su colaboración para gestionar «el riesgo derivado de los combatientes extranjeros» y «tomar acciones para cortar los cauces y los canales de financiación del terrorismo y del extremismo violento».
Reconocieron «la importancia de compartir información entre las unidades de inteligencia financiera del G7 y también de la cooperación entre las autoridades competentes del sector privado».
Los líderes de los siete países que acumulan el 32 % del PIB mundial (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) zanjaron con esta declaración la primera ronda de sesiones de este G7, que concluirá con otro texto mañana.
El broche a esta jornada lo puso la Orquesta Filarmónica de La Scala de Milán, que ofreció ante los mandatarios y sus respectivas consortes un concierto en un blindado teatro griego de Taormina, con unas vistas privilegiadas del mar Jonio y del volcán Etna.