Por Paz Mata
ACTUALIZADO 25/04/2016
levan medio siglo impactando al público con sus poderosas imágenes y su electrizante música. Aunque proceden de dos mundos muy distintos, uno de las Malas Calles de Nueva York y el otro de los swinging years de Londres. A Martin Scorsese y Mick Jagger les une la pasión por la música, sobre todo la de finales de los años 60 y la década de los 70, cuando ambos dieron el gran salto al mundo del espectáculo. El primero dirigiendo películas como Taxi Driver y el otro formando parte del grupo más icónico de la historia del rock and roll, The Rolling Stones. A sus 75 años el diminuto, energético, elocuente y oscarizado Scorsese, famoso por su notable conocimiento de la historia del cine, reconoce que su fuente de inspiración, durante sus años de formación como cineasta, fue la música de los Rolling Stones. Una música que dio forma a sus imágenes y marcó el tono de sus historias, la mayoría de ellas centradas en la naturaleza visceral de la violencia, reflejo de su propia experiencia viviendo en el bajo Manhattan.
No es de extrañar que su primer filme, Malas Calles, además de contar con dos actores desconocidos hasta entonces, Robert De Niro y Harvey Keitel, incluyera dos canciones de los Rollings (Jumping Jack Flash y Tell Me) en su banda sonora. “Scorsese fue el primero en incluir rock and roll, de principio a fin, en una película. Antes de Marty hubo gente que usó ocasionalmente algo de rock y música pop pero no como él”, señala Mick Jagger, que el próximo mes de julio cumplirá 73 años.
Este mutuo reconocimiento hizo que tres décadas más tarde ambos terminaran trabajando juntos, cuando en 2006 Scorsese se prestara a dirigir el documental Shine a Light, rodado durante el concierto que dieron los Stones a beneficio de la Fundación Clinton, en Nueva York.
La experiencia se ha vuelto a repetir, esta vez ambos sentados detrás de la cámara, para producir la nueva serie de la cadena HBO, Vinyl, que promete ser la más ambiciosa y audaz de la cadena desde Juego de Tronos. Salida de la mente de Martin Scorsese, Mick Jagger y Terence Winter, Vinyl es un alucinante viaje a través de la industria discográfica en el momento cumbre del rock clásico y en los albores del punk, la música disco y el hip hop. Después de ver las dos horas del piloto dirigido por Scorsese, es imposible imaginarse a nadie que no sea este trío navegando por un mundo de corrupción, negocios turbios, orgías, atracones de cocaína e incluso asesinatos, que se llevan a cabo con el telón de fondo de los años setenta en Nueva York. “Te puedes imaginar lo surrealista que puede ser verte actuando delante de Marty y Mick,” cuenta Bobby Cannavale, el actor que interpreta a Richie Finestra, el carismático y mercurial presidente de una compañía discográfica.
Igual de surrealista es verte cara a cara (vía Skype) con Marty y Mick, ellos, en el estudio de Brooklyn donde se graba la serie y tú, en Los Ángeles, el día antes del estreno del piloto de la serie.
¿Que sienten cuando entran en el plató de rodaje y se ven rodeados de la parafernalia de los años 70?
Mick Jagger. Me siento instantáneamente transportado a ese período. Los detalles, el vestuario, el modo de hablar y, sobre todo, la actitud de los personajes es clavada a lo que yo recuerdo y eso que yo no trabajé en una compañía discográfica, pero sí visitaba con frecuencia las oficinas de la Atlantic Records. Éstas eran idénticas a lo que se ve en la serie. No obstante, no olvidemos que Vinyl es una historia ficticia y que hemos tenido que tomarnos ciertas libertades dramáticas para crear a los personajes y su entorno.
Martin Scorsese. Han pasado 40 años desde entonces, pero mi memoria todavía funciona y creo que hemos conseguido recrear ese período con gran precisión. Fueron años de muchos excesos, la gente estaba un poco desquiciada. El consumo de drogas era desenfrenado y el comportamiento bastante deplorable. Pero es un mundo con el que conecto, aunque yo estaba metido de lleno en el cine, junto a Steven (Spielberg), George (Lucas) y Brian (De Palma). Éramos los chicos de la barba (risas). En aquella época el cine y la música iban de la mano.
¿Recuerdan cuando fue la primera vez que conectaron con la música?
MS. Debía tener unos cuatro años y recuerdo la música que se oía en casa. A mi padre le gustaba Django Reinhardt, Stéphane Grappelli y el quinteto Hot Club of France. El tocadiscos estaba siempre funcionando. Yo crecí escuchando jazz y swing en casa y broncas en la calle (risas). Mis abuelos eran sicilianos y en casa cantaban todo el tiempo, música popular siciliana. La música era parte de nuestras vidas, era nuestro modo de comunicarnos.
MJ. Yo descubrí la música a través de la televisión, viendo y escuchando cantar a Sister Rosetta Tharpe y Big Bill Broonzy. En general era música góspel, grupos que venían a Inglaterra de gira y actuaban en la televisión. Más tarde, ya siendo adolescente, iba al teatro a verles actuar. Luego Otis Redding y Little Richard captaron mi atención. Este último fue una gran influencia en mi vida artística, sobre todo en mi actuación en el escenario.
¿Qué me dice del punk, el hip hop y la música electrónica que empezó a sonar a mediados de los 70?
MJ. Nunca me sentí atraído por ese tipo de música, tampoco es que pudiera o supiera hacerla (risas), no tengo suficiente talento para ello. Pero no cabe duda de que, como grupo, los Rollings nos sentimos influidos por el glam rock. El album Some Girls, que grabamos en París, estaba inspirado en la escena musical de Nueva York, tenía canciones muy bailables y otras inspiradas en el punk. Fue una época muy divertida, yo iba a las discotecas a bailar música latina, que era la precursora de todo lo que conocemos hoy como música disco.
En el concierto de Wembley, en 1973, todo el mundo pensó que los Rollings se iban a retirar porque Mick Jagger iba a cumplir 30 años. ¿Se imaginó que a los 70 iba a seguir actuando en el escenario?
MJ. No había muchos cantantes de rock actuando de más de 30 años, eso es cierto. Pero tampoco se me pasó por la cabeza retirarme a ninguna edad en particular. Siempre he pensado que me retiraré cuando el público me lo pida o el cuerpo no me dé para más y ya no me divierta lo que hago. No soy un futbolista que sale al campo y se arriesga a las patadas del contrincante. Cuidándote un poco puedes durar mucho en el escenario, siempre y cuando la música que hagas siga gustando al público y siga dando dinero a mucha gente.
¿Por qué se embarcaron en la aventura de esta serie, de Vinyl?
MS. Para mí todo empezó después de hacer Casino, en 1995. Estaba en Londres y Mick me llamó para hablar de un proyecto que tenía en mente. Nos conocimos en los años 70 en una fiesta, pero no nos frecuentábamos. Pero se puso en contacto conmigo para decirme que le había gustado mucho Casino y pensó que tal vez podíamos hacer algo en la misma vena, el mismo estilo, pero relacionado con la industria discográfica. Pensamos en los ejecutivos de esa industria en los años 70 porque eran tan extravagantes o más que los artistas. Además, fueron años en los que todo el mundo hablaba de música y disfrutaba de la música colectivamente.
MJ. A mí me pareció fascinante hablar de esa parte de la industria discográfica que se conoce menos, la parte empresarial, donde se cuecen los contratos, los negocios y se genera el dinero. Es una parte fascinante por la cantidad de ladrones y estafadores (risas) que existen en ella. Al principio se concibió para hacer una película que abarcara tres décadas, empezando en una convención discográfica en los 90 para luego hacer un flash back a los años 60 y comenzar a contar desde ahí. Pero cuando el filme se convirtió en serie para televisión decidimos empezar en 1973 en Nueva York porque es la época que ambos vivimos de lleno y es cuando empiezan a coexistir el rock, el punk y, hasta cierto punto, el hip hop, que son los que nos llevaron a la música disco. El rock siguió su propio ritmo.
La industria discográfica no sale bien parada. El artista es siempre explotado por las compañías discográficas. ¿Es así como lo vivieron ustedes?
MS. No sólo el artista, todo el mundo. Era la actitud de los ejecutivos de las grandes empresas. Es interesante ver el ambiente que se respiraba, cargado de energía, ya fuera natural o artificial, inducida por la música y por la excitación que provoca el estar rodeado de miles de personas gritando y saltando en un auditorio o saliendo y entrando de un lugar siempre rodeado de fans. Uno piensa que los ejecutivos que están detrás de los artistas manejando los hilos, permanecen sobrios y con la cabeza centrada, pero era todo lo contrario. Tiene que ver con el dinero, el poder y la corrupción, y eso existe en todos los ámbitos de la vida. La actitud y los valores de una sociedad son los que permiten que ese tipo de comportamientos se lleven a cabo.
MJ. Estoy de acuerdo, todo el mundo fue explotado al principio de sus carreras, no sólo en esos años, también en los años de la postguerra, en los 50 y los 60. Los artistas siempre han sido explotados. Primero te prometían un 3% de los royalties y luego cuando te llegaba el cheque te habían deducido todo tipo de impuestos y te quedabas sin nada, aunque tu disco fuera número uno en lista de éxitos. Las cosas empezaron a cambiar en la década de los 70 y la bonanza duró 25 años, hasta 1995, que fue el final de la industria discográfica. Esa fue la época dorada, cuando la gente cobraba por su trabajo de forma equitativa. En los casi cien años de historia de la industria discográfica, el artista ha sido pagado sólo durante 20 años.
Sr. Scorsese, usted lleva más de 40 años trabajando con grandes actores y estrellas del cine. ¿Cómo se siente junto a un icono del rock como es Mick Jagger?
MS. La primera vez que me encontré con él, antes de juntarnos para hacer este proyecto, reaccioné como lo hubiera hecho cualquier otro fan suyo. Para mí es un ídolo de la música, una música que creció en mi cabeza antes de ver una actuación de los Stones. Pero trabajar con uno de tus ídolos es otra cosa, porque ¿qué pasa si la experiencia no sale bien? ¿voy a dejar de escuchar una música que es tan importante para mí? Son cuestiones que me planteé pero a medida que fuimos hablando del proyecto me fue gustando cada vez más la idea. El proceso ha sido largo, hemos ido aprendiendo a trabajar y a confiar el uno en el otro y el resultado no ha podido ser más satisfactorio.
MJ. Entre medias trabajamos juntos en el documental Shine a Light sobre el concierto que hicimos en Nueva York en 2006 y ésa fue la primera prueba. Creo que la superamos con creces (risas).
MS. Sí, en ese caso yo era el cineasta desesperado por conseguir que la banda de rock se atuviera al guion, algo imposible con gente como los Stones que en el escenario son pura espontaneidad (risas). Pronto me di cuenta de lo absurdo de querer restringir esa espontaneidad, pero uno tenía que colocar la cámara en algún lugar, ¿no? Al final todo salió como estaba planeado, por ellos, claro (risas).