Por Miguel Lorente*
24/11/2016
*Profesor de Medicina Legal de la Universidad de Granada y exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género
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Si acabar con la violencia de género sólo fuese un problema de “cosas por hacer”, su solución sería cuestión de tiempo. Pero del mismo modo que han transcurrido miles de años de machismo y violencia, y aún hoy sufrimos sus golpes, el tiempo podría continuar con su argumento de futuro sin que nada cambiara en el presente. Erradicar la violencia de género exige acabar con la fuente donde beben quienes la materializan, los miles de hombres que maltratan y los 60 que cada año asesinan a sus mujeres; diferentes a los 60 del año anterior y distintos a los del año siguiente, pero todos ellos con una identidad alimentada por ese elixir de la violencia de género que es el machismo.
Para alcanzar ese objetivo, lo que no se puede hacer es dejar que la estrategia posmachista del machismo continúe con la violencia, las amenazas y los ataques. El posmachismo se ha organizado en el espacio social a través de diferentes organizaciones, pero también en foros académicos, políticos, mediáticos, institucionales… por medio de profesionales que comparten sus ideas y valores. El objetivo es triple: atacar todas las iniciativas dirigidas a corregir la desigualdad y promocionar la igualdad, responsabilizar a las mujeres de los problemas y situaciones originadas por este cambio social, y generar confusión sobre los grandes temas a través del cuestionamiento de la realidad.
De ahí que cuando se hable de violencia de género recurran al argumento de las “denuncias falsas para quedarse con la casa, los niños y la paga”, de que “todas las violencias son importantes”, de que “las mujeres también ejercen violencia contra los hombres”… Con esa estrategia se generan las dudas suficientes para que la sociedad se mantenga distante y pasiva ante el problema y, por tanto, que todo siga igual; cuestionando sólo los casos que traspasan el umbral de la normalidad.
Esa mezcla de confusión y odio está presente en las redes sociales cada día, circunstancia que actúa como caldo de cultivo para que nuevos agresores sigan bebiendo de él, y continúen su camino de violencia hasta los homicidios. En violencia de género hay muchas cosas por hacer, cierto, pero también hay otras que no se puede permitir que se sigan haciendo.
016 es el teléfono de atención a las víctimas de la violencia machista. Es gratuito y no deja huella en la factura.