Por Andrés Tovar
29/12/2016
El fin de semana, un grupo de funcionarios de Bahrein invitó a una delegación judía para una celebración de Hanukkah. Hubo canto, baile, abrazos, y todo tipo de camaradería. Un recordatorio alegre de que la unidad entre religiones no es sólo posible, sino también es fácil.
Esta muestra de la tolerancia fue también un contraste con el tono a menudo tenso e incluso hostil que marca las relaciones entre judíos y musulmanes en toda la región.
Bahrein, una isla con una larga tradición en el Islam, tiene también una historia de fomentar un entorno favorable para Judios. El rey Hamad bin Isa al-Khalifa ya había alojado a judíos para celebrar el Hanukkah del año pasado.
Sin embargo, esta tendencia hacia la reconciliación no es común en todas partes. Hamas, el grupo radical palestino, ha señalado que la celebración es un respaldo tácito a la continuación de la ocupación israelí de Palestina, una de las cuestiones políticas más polémicas en la región. Recordemos que apenas la semana pasada la ONU llamó calificó a la ocupación como una «flagrante violación» del derecho internacional y el secretario de Estado estadounidense, John Kerry reprendió a Israel por su continua construcción de asentamientos en Palestina, siendo esto último la punta del iceberg de uno de los giros más inesperados del final de la administración Obama sobre sus políticas hacia Israel.
Sin embargo, en la isla de Baherin, no permitieron que las luchas políticas enmarañaran el ambiente, que calificaron como «un cambio refrescante» al antagonismo. «La energía positiva de esta noche necesita ser extendido por todo el mundo» dijo un hombre judío asistente al evento. Por su parte, los comentarios que acompañaron al vídeo de la celebración compartido en la red YouTube, fueron en la misma línea. «Es tan refrescante! Como debe ser. Somos hermanos«, «Esto es tan reconfortante. Paz y amor desde Malasia«, fueron algunos de ellos.
Durante gran parte del siglo 20, muchos grupos judíos huyeron de los países árabes por temor a la persecución. Hoy en día, las comunidades judías son pocas y distantes entre sí dentro de la región y, en general, prefieren mantenerse dentro de los enclaves homogéneos. Esta separación cultural ha servido para endurecer las barreras entre judíos y musulmanes, y es en gran parte responsable de la totalidad de la diplomacia combativa que se produce entre miembros de ambas religiones. También es la razón por la que la posibilidad de una solución de dos estados entre Palestina e Israel parece cada vez más remota.
Pero a medida que sigan sucediendo reuniones como la de aquel sábado, hay esperanza que se pueda construir un puente hacia un futuro mejor.