Por Iñigo Aduriz
28/03/2017
La engañaron para traerla desde Rumanía prometiéndole un trabajo y una casa pero, una vez en España, todo cambió. Durante siete años la joven, que hoy tiene 28 años y que reside en la provincia de Alicante, fue obligada a prostituirse y sus explotadores tan solo le daban seis o siete euros al día.
Ese es el descubrimiento que ha hecho la Policía, que ha liberado por fin a la joven tras detener en Benidorm a una pareja –un hombre y una mujer de 44 y 45 años de edad– que era la que obligaba a la víctima a ejercer la prostitución en diversos clubes de alterne de la provincia de Alicante.
Según han informado los agentes a través de una nota, los arrestados, ambos de nacionalidad rumana, tenían en vigor sendas órdenes europeas de detención emitidas por Rumanía, y se enfrentan a una pena máxima de 20 años de prisión por su participación en los delitos de tráfico de seres humanos y pertenencia a organización criminal. Al detenido se le imputa también un delito de agresión sexual, ya que aprovechó el cautiverio de su víctima para agredirla sexualmente en varias ocasiones.
La Policía explica que la investigación comenzó cuando los agentes recibieron una documentación que podría haber sido falsificada, comprobando poco después que pertenecía a un fugitivo de nacionalidad rumana reclamado por las autoridades de su país por delitos relativos a la trata de seres humanos y pertenencia a organización criminal. Además, su pareja se encontraba en la misma situación, teniendo en vigor otra orden de detención por parte de las autoridades judiciales del mismo país.
Tras llevar a cabo una serie de pesquisas, los investigadores descubrieron que ambos convivían junto a una joven de 28 años a la que explotaban sexualmente. Averiguaron también que en algunas ocasiones la habían trasladado a La Junquera (Girona) para ejercer la prostitución. Las pesquisas permitieron concluir que la pareja conoció a su víctima en Roma cuando ésta tenía 21 años. Allí la invitaron a marcharse junto a ellos a España con la promesa de que, una vez en nuestro país, tendría trabajo, alojamiento y manutención garantizados.
La joven, que aceptó la propuesta en un principio, descubrió al llegar a España que la oferta y las condiciones no eran las prometidas. Se afincaron en el municipio de Alfaz del Pi (Benidorm) donde la obligaron a ejercer la prostitución, apoderándose de todo el dinero que ganaba fruto de la explotación sexual y haciéndole entrega únicamente de seis o siete euros al día.