Por Ores Lario
La noche, las sombras, la movida madrileña, las camas, las motos y los tatuajes forman parte del particular lenguaje de Alberto García-Alix, Premio Nacional de Fotografía 1999. Desde el 3 de octubre, este artista leonés nacido hace 59 años regresa a su ciudad natal con la retrospectiva Sombras del viento. Cien fotografías componen la exposición que se muestra hasta el 31 de enero en el Museo de Arte Contemporáneo (Musac).
El centenar de instantáneas (40 de época procedentes de la colección personal de García-Alix y 60 de reciente producción que se exhiben en gran formato) construyen un puente entre presente y pasado en la trayectoria de este artista, que profundiza en dos temas: la moto y el retrato, dos corpus elementales en su obra que evoluciona hacia un uso más abstracto y alegórico de la fotografía, con una mirada cada vez más lírica.
Cuando en 1975 a García-Alix su padre le regala una cámara de fotos, se estrena en lo que será su profesión en una carrera de motocross en la que participaba su hermano. La moto es el primer motivo que este genio de la fotografía inmortaliza. A partir de entonces, el leonés ya no se separará de estas dos máquinas: la cámara y la motocicleta, que ha retratado una vida ligada a las dos ruedas.
El retrato es el centro de la segunda parte de la exposición. Este bloque corrobora el interés de García-Alix por las personas que conforman su mundo y denota una obra autorreferencial, íntima y humana.
En la muestra, que conmemora los 10 años del Musac, el visitante tiene la posibilidad de disfrutar de la obra de este artista cuyos trabajos forman parte de las mejores colecciones del mundo, como el Foto Museum Den HAAG (La Haya, Holanda), la Deutsche Börse (Frankfurt, Alemania) o el parisino Fonds National d’Art Contemporain.