Por Iñigo Aduriz
11/02/2016
La que Pablo Iglesias ha lanzado a Pedro Sánchez ha sido una propuesta de máximos desde que se pusieran en marcha las negociaciones para tratar de conformar un Gobierno alternativo al del PP. Primero se presentó ante la prensa como vicepresidente de ese hipotético Ejecutivo «del cambio» y amenazó con no respaldar la investidura del socialista Pedro Sánchez si este no le aceptaba como número dos en la Moncloa e integraba a ministros de Podemos en su equipo.
Después –la semana pasada–, cuando las negociaciones entre PSOE y Ciudadanos parecían avanzar en la buena dirección, el líder del partido morado rechazaba cualquier acuerdo con los de Albert Rivera y emplazaba a Sánchez a elegir compañero de viaje: o Podemos, o Ciudadanos. La estrategia se ha ido suavizando, sobre todo después de que los socialistas presentaran el lunes a los grupos un programa de gobierno con claros guiños a la izquierda, que estaban dirigidos a la formación morada.
Pero desde que se pusiera en marcha la ronda de contactos para tratar de lograr un acuerdo con Sánchez y su equipo, los de Pablo Iglesias han visto cómo a la hora de negociar las confluencias en las que concurrió el pasado 20 de diciembre tanto en Cataluña (En Comú Podem), Galicia (En Marea) y Comunidad Valenciana (Compromís-Podemos-És el moment) han reclamado su propia voz.
Las líneas rojas
Fue precisamente con Compromís con la que la dirección de Podemos tuvo su primer encontronazo a costa de la creación de los grupos parlamentarios. Ante la imposibilidad de conformar los cuatro que había prometido la formación morada, los de Iglesias aceptaron crear uno en los que se integrarían todas las confluencias, si bien esto no fue aceptado por la coalición valenciana.
La organización que pilota Mònica Oltra también ha querido marcar distancias con el equipo directivo de Podemos en cuanto a la posición que adoptar en la negociación con el PSOE. Así, mientras la formación morada establecía sus líneas rojas tras la primera reunión entre Iglesias y el Rey, desde Compromís se mostraban más flexibles para poder lograr un acuerdo con los socialistas.
El lunes, tras su reunión con Pedro Sánchez, el diputado Joan Baldoví confesaba en una conversación con El País que la disposición de la coalición a favor de un pacto con el PSOE «es total». Compromís estaría así dispuesta apoyar la investidura incluso aunque Podemos no logre acercar posiciones con los socialistas.
La exigencia de un referéndum
En Comú Podem también ha mantenido su propia voz en las últimas semanas. A finales del mes pasado trascendía la intención de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, de crear un único partido de izquierda que aglutinara a todas las organizaciones que conforman Barcelona en Comú, una iniciativa que pilló de sorpresa a los dirigentes de Podemos. Posteriormente la formación morada se ha mostrado abierta a integrarse en esa nueva organización.
Pero desde la confluencia catalana, así como desde la gallega En Marea, están dispuestos a dejar claras sus exigencias en la negociación con el PSOE, al margen de las que plantea el equipo de Pablo Iglesias. Reclaman que en cualquier hipotético acuerdo que se alcance con los socialistas se incluya la celebración del referéndum de autodeterminación al que Podemos se comprometió durante la campaña electoral.
Las diferencias o exigencias de unos y otros integrantes de la gran coalición en torno a la formación morada afectan a Podemos y, también, a los planes de Pedro Sánchez. Porque además de la complicada aritmética parlamentaria que dificulta la conformación de mayorías, el líder socialista que pretende ser investido presidente tendrá que tener en cuenta las peticiones de todas esas confluencias si quiere contar con su apoyo.