Por Céline Aemisegger (Efe)
La experiencia de las profundas reformas y los costes económicos que conllevaron la reunificación de Alemania para los alemanes del este y del oeste, en su camino hacia la potencia económica y política que es 25 años después, se ve hoy reflejada en el papel que asume en la Unión Europea (UE).
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«Si miramos la imagen que tenemos de Alemania, de esa potencia económica y política que es hoy, y si miramos el debate sobre el papel que ejerció en la crisis de deuda, esa imagen de alguna manera es también resultado de la modernización que desencadenó la reunificación«, señaló a Efe la analista de la Fundación Bertelsmann en Bruselas Isabell Hoffmann.
La reunificación alemana provocó en el interior de Alemania profundas reformas y supuso un coste financiero enorme. «Esa experiencia no se puede subestimar en relación a la postura que adoptó Alemania en la crisis del euro», sostuvo la experta. De ahí la insistencia de Berlín durante la crisis en la necesidad de que los países de la UE sigan consolidando sus finanzas públicas, continúen acometiendo reformas y haciendo sus deberes. Y de ahí su «fobia» a una unión de transferencias.
El argumento que se escuchaba a menudo entre algunos alemanes durante la crisis es que ellos también han sufrido el peso de un duro proceso de reformas y ajustes, con todos sus altibajos. La fuerte crisis y el hecho de que Alemania sea la economía más importante de la UE tras el proceso de modernización temprano que ha atravesado han hecho también que ese país sea hoy una «potencia política» en Europa.
Además, con la reunificación, Alemania creció demográficamente y desde el punto de vista geográfico ya no era un Estado «en el borde» de Europa, sino en el centro, el corazón mismo de la UE. «Demasiado grande para Europa, demasiado pequeña para el mundo», había dicho el exsecretario de Estado de EEUU Henry Kissinger sobre Alemania. Un país «atrapado en ese papel intermedio y que tiene el reto de aceptar y de gestionarlo lo mejor posible«, dijo por su parte la experta.
Pero la reunificación alemana no solo ha marcado profundamente a Alemania, sino también a la UE en su conjunto. «La evolución que experimentó Alemania para sí en lo pequeño, se ha hecho en Europa en lo grande», apuntó Hoffmann.
Hay quien afirma que el euro es una consecuencia de la reunificación. Lo cierto es que tras las revoluciones pacíficas de Europa central y oriental, la caída del Telón de Acero, del muro y la reunificación, llegó el Tratado de Maastricht del que nació la moneda única, el que marcó una nueva etapa en la integración europea.
Para el presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, las imágenes de la reunificación alemana «decoran no solo los libros de Historia, sino también son auténticos símbolos de nuestra identidad europea«. Muestran, dijo en unas respuestas escritas enviadas a Efe, lo que las personas y la política pueden conseguir y mover cuando se superan «muros, alambradas y constreñimientos». «Hace 25 años hemos superado lo que parecía insuperable y hemos unido a Alemania y a Europa, de manera que hoy podemos vivir sin fronteras y en muchos países viajar con un solo monedero», añadió.
En opinión de Juncker, las imágenes de la reunificación todavía hoy tienen una fuerza especial: «nos recuerdan lo que podemos conseguir cuando miramos más allá de las fronteras en los mapas y en las mentes y actuamos, en favor de una Europa con paz y libertad, justicia y prosperidad».
Para el presidente del Parlamento Europeo (PE), Martin Schulz, la reunificación «se produjo como resultado de la voluntad del pueblo alemán de volver a unirse, pero fue también un esfuerzo europeo, y puso fin a la división de nuestro continente».
«Fue el resultado de los esfuerzos de millones que, detrás del Telón de Acero lucharon por la libertad y el fin de la injusticia y la dictadura«, dijo en unas respuestas remitidas a Efe.
«Fue el resultado de los movimientos de protestas que comenzaron con Solidarnosc (Solidaridad) en los astilleros de Gdansk en 1980; fue el resultado de la valentía de políticos como el ministro de Exteriores de Hungría Gyula Horn y de su homólogo austríaco Alois Mock que cortaron en 1989 el alambre de espino que separaba los dos países», creando la primera brecha en el llamado Telón de Acero, recordó.
«Cuando los europeos eligen la unidad, la valentía y la solidaridad frente al miedo (por un futuro incierto), Europa se convierte en un faro de esperanza y prosperidad. Tenemos que atesorar ese legado», afirmó Schulz.