Por Efe
05/09/2016
Más de dos semanas después de la desaparición de Diana Quer, poco se sabe del paradero de esta joven madrileña de 18 años, estudiante de segundo de Bachillerato.
Sus padres, Diana y Juan Carlos, han dejado A Pobra do Caramiñal (A Coruña), donde la muchacha estaba veraneando con su madre y con su hermana, Valeria. En este municipio fue vista por última vez, el pasado 22 de agosto, cuando salió por la noche para disfrutar de la romería del Carme dos Pincheiros.
Al dejar el chalé en el que estaba pasando sus vacaciones, Diana -1,75 metros, pelo largo, liso y moreno; ojos oscuros y 55 kilos- llevaba un pantalón corto rosa, camiseta blanca, sudadera y unas zapatillas negras con cordones: esta es la descripción que fue facilitada cuando se constató su ausencia, pero hay un testigo que asegura haberla visto mucho más tarde y con otra ropa.
Según los testimonios recabados sobre los que han informado a Efe fuentes de la investigación, la secuencia de su desaparición se iniciaría a la 01:21 horas del pasado domingo día 22, cuando la madre de Diana, que la había dejado esa noche a las 22:30 horas en el céntrico parque Valle Inclán para ir a la romería, le preguntó por teléfono si quería que la recogiese.
Entonces la adolescente -su residencia habitual se halla en una lujosa urbanización de Pozuelo de Alarcón (Madrid)- le contestó que volvería a casa por su cuenta.
Más tarde, a las 02:43 horas, Diana envió un mensaje a un amigo explicándole que estaba «acojonada», porque alguien le había dicho, «Morena, ven aquí».
Media hora después de esa comunicación, alguien la vio de nuevo en los jardines del parque Valle Inclán. Además, a las 07:30 horas hay otra mujer que asegura que se encontró con una chica que era Diana, pero en ese momento con un mono negro como vestimenta.
Por esta razón, en las pesquisas se indaga si la todavía desaparecida pudo haber regresado a su casa y luego volver a salir, aunque sin portar el DNI ni más dinero que los 20 euros que tenía.
Fue esa mañana del 22 de agosto, sobre las 08:30 horas, cuando la madre de Diana se percató de que su hija mayor no estaba en casa y, después de varias llamadas, presentó una denuncia ante la Guardia Civil.
Asimismo, acto seguido, su padre, Juan Carlos, un empresario de desahogada situación económica ligado al sector inmobiliario y del automóvil -se ha barajado que la desaparición fuera un secuestro-, se desplazó a Galicia: la pareja está divorciada desde hace cuatro años, y él se hallaba en Madrid.
Hay que recalcar que el suceso tomó otro cariz el pasado jueves día 29, en el momento en el que la titular del Juzgado de instrucción número 2 de Ribeira, que no es la que lleva este caso, puesto que de él se ocupa el 1 de esa misma ciudad, retiró cautelarmente a Diana la custodia de su hija Valeria, de 16 años, para dársela al padre.
Valeria acudió, antes de que se adoptase esta medida, de urgencias a un centro médico debido a una crisis de ansiedad y, desde ahí, se trasladó un informe al juzgado en el que se advertía que la joven se lesionaba a sí misma.
El siguiente paso fue una citación judicial para que Valeria se sometiese a un examen forense y a esa prueba la acompañó su padre, Juan Carlos, que prestó declaración en ese juzgado. Poco después fue retirada a su madre la custodia de Valeria, que se otorgó cautelarmente a su progenitor.
La madre de Valeria y Diana se tomó lo sucedido como un punto de inflexión: una vez que la mala relación con su ex salió a la luz pública, no ha querido prácticamente hablar con los medios, algo que ha dejado en manos de su abogado, con el aviso de que no toleraría que se mintiese sobre el vínculo que mantiene con sus hijas en un marco tan doloroso por la desaparición de Diana y la falta inesperada de Valeria de su lado.