Por Iñigo Aduriz
13/02/2017
Si alguna vez hubo algún atisbo de división interna y de cuestionamiento de Mariano Rajoy, el PP la ha solventado este fin de semana con el refuerzo de su líder y de su equipo, en el XVIII Congreso Nacional que los populares han celebrado en Madrid. Lo mismo ha ocurrido con Podemos. La formación morada llegó al cónclave de Vistalegre II partida en dos y salió, si no unida, al menos sí unificada en torno a Pablo Iglesias. Sin apenas ruido interno, algo parejo sucedía la semana pasada en Ciudadanos con la reelección como líder indiscutible de Albert Rivera.
Al PSOE, sin embargo, aún le esperan cuatro meses de división y pelea interna. Hasta junio, los socialistas no cerrarán su proceso de renovación tras uno de los periodos más convulsos de la historia, marcado por el hundimiento electoral y agudizado tras la expulsión de Pedro Sánchez de la Secretaría General y por la decisiva ayuda que prestaron a Rajoy para que renovara su mandato en La Moncloa.
Ya en octubre, pocas semanas después del golpe perpetrado por los afines a Susana Díaz en el fatídico Comité Federal del día 1 de ese mes, en Ferraz daban por hecho que la gestora llegaba para quedarse cuanto más tiempo mejor. Entonces, fuentes cercanas a la dirección auguraban que la interinidad se prolongaría al menos hasta marzo. Y ya en enero, ese plazo se prolongaba hasta el final de la primavera. Finalmente, el 14 de ese mes se cerró un calendario que fijaba las primarias para mayo y el congreso para junio.
A la espera de Díaz
El objetivo no ha sido otro que ganar tiempo, sobre todo por parte de la presidenta andaluza, que ha intentado alejar el proceso lo más posible de la dramática escenificación de la ruptura interna que se dio en octubre. Y como viene ocurriendo desde hace ya dos años, Díaz sigue aún sin aclarar si su principal objetivo es ser la líder nacional del PSOE.
El desembarco de los suyos –con Mario Jiménez a la cabeza– en Ferraz, así como sus últimas palabras de ayer –»tengo ganas, tengo ánimo, tengo fuerza, me encanta ganar»– hacen presagiar que su decisión de concurrir a las primarias se hará pública en los próximos días. Pero se mantiene la incógnita, a la espera de que la máxima dirigente de Andalucía contemple sus posibilidades reales de convertirse en alternativa a la derecha del PP dada la división interna y ante la imagen que dio en todo el proceso de destitución de Sánchez.
Incluso aunque Díaz dé el paso, al PSOE le quedan largas semanas de pelea mediatizada, porque así lo han decidido los grandes gestores del partido. Pedro Sánchez y Patxi López ya la están dando con fuerza. Especialmente el primero, que se presenta como única alternativa «de izquierdas» a la estrategia de oposición útil al PP que se defiende desde la gestora. Y el enfrentamiento es total, a juicio del comportamiento que los afines a unos y otros mantienen públicamente y, especialmente, en las redes sociales.
Más desgaste y división
El domingo fue un tuit de Sánchez el que encendía a los afines a la gestora. El exsecretario general osaba felicitar a Rajoy e Iglesias por sus respectivos triunfos este fin de semana y, a renglón seguido, cargaba contra su partido por prorrogar su proceso interno hasta junio. No se hicieron esperar las críticas de sus compañeros de filas –como el diputado andaluz Antonio Pradas–, que insinuaban la tración de su exlíder.
El foco de las próximas semanas estará dirigido, desde luego, a la batalla interna del PSOE, una vez que el resto de los partidos de ámbito estatal han puesto fin –al menos de momento– a sus respectivas pugnas y han aclarado el escenario político que marcará este 2017 y aventurará el 2018, que volverá a comenzar un ciclo electoral. El desgaste y la imagen de división que proyectan ante sus votantes se prolongará, así, aún durante meses.