Por Cambio16 | Efe
10/02/2016
Un estudiante socieconómicamente desfavorecido tiene una probabilidad hasta tres veces mayor de tener un bajo rendimiento, a la vez que el alumno que acude a un colegio concertado y de mejor nivel social tiene una probabilidad menor de sacar malas notas que los que asisten a otros centros.
Lo concluye sobre España la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en su informe Estudiantes de bajo rendimiento. Por qué se quedan atrás y cómo ayudarles a tener éxito, basado en el rendimiento de los estudiantes de 15 años en el informe PISA 2012, una evaluación que mide su nivel en matemáticas, ciencias y lectura.
En su documento, la OCDE alerta de que un bajo rendimiento en la escuela conlleva a un mayor riesgo de abandonar los estudios y más dificultad para conseguir trabajos bien remunerados, y todo ello puede tener «consecuencias severas para los estudiantes y para la sociedad en su conjunto».
Según la OCDE, en España la probabilidad de tener un bajo rendimiento es 2,6 veces mayor entre el alumnado que no acude a colegios favorecidos socieconómicamente ( «después de ajustar por el estatus socioeconómico de los estudiantes», recalca el informe), mientras que esa media de la OCDE es de 11,3 veces.
Asimismo, los estudiantes de colegios concertados, de media, tienen una probabilidad 33% menor de tener bajo rendimiento que los que asisten a centros públicos, tras ajustar también «el estatus socioeconómico» de los alumnos.
Se destaca que el 40% de los estudiantes de familias desfavorecidas en España tuvo un bajo rendimiento en matemáticas en 2012, mientras que solo un 8% de los alumnos favorecidos no alcanzó en esa materia el nivel 2, que para la OCDE es el nivel básico de conocimiento que se requiere para participar plenamente en una sociedad moderna.
Al igual que en la media de la OCDE, los estudiantes españoles de bajo rendimiento pierden clase con mayor frecuencia, dedican menor tiempo a deberes y son menos perseverantes.
En 2012, el 24% de los estudiantes de 15 años de España tuvo un bajo rendimiento en matemáticas (23% en OCDE), y un 10% en las tres materias evaluadas (matemáticas, ciencias y lectura) cuando en la OCDE ese porcentaje fue del 12%.
Ello se traduce en que más de 95.000 estudiantes españoles tuvieron un bajo rendimiento en matemáticas y unos 42.000 tuvieron un bajo rendimiento en las tres materias citadas.
De acuerdo a una estimación reciente de este organismo, si todos los estudiantes españoles de 15 años alcanzaran el nivel básico de rendimiento en PISA, el PIB en 2095 podría ser un 15% más elevado.
Por otro lado, un 29% de los estudiantes de 15 años asiste en nuestro país a escuelas donde un 30% o más de los alumnos tiene un bajo rendimiento en matemáticas y un 6% acude donde la mitad o más de los estudiantes tienen un bajo rendimiento.
El bajo rendimiento -argumenta esta Organización- no es el resultado de un solo factor de riesgo, sino de la combinación y acumulación de varias barreras y desventajas.
Y en España, la probabilidad de tener bajo rendimiento en matemáticas es mayor para las chicas, los estudiantes socioeconómicamente desfavorecidos, de origen inmigrante, los que no han recibido educación preescolar (o solo un año o menos), han repetido un curso y están matriculados en Programas de Cualificación Profesional Inicial (PCPI).
La OCDE ofrece en su informe un plan para reducir el bajo rendimiento, aunque resalta que «el primer paso» para los gobiernos es hacer del bajo rendimiento «una prioridad educativa» y dotarla «recursos adicionales».
Entre las medidas que propone están el ofrecer refuerzo escolar «tan pronto como sea posible» y crear un entorno de aprendizaje en las escuelas exigente y de apoyo a los estudiantes.
Identificar al alumnado de bajo rendimiento y diseñarle una estrategia u ofrecer refuerzo individualizado a colegios y familias son otras de las propuestas.
También plantea disminuir las desigualdades en el acceso a la educación preescolar y limitar separar alumnos por nivel académico.
«Políticos, profesores, padres y estudiantes, todos, tienen un papel importante que jugar», concluye la OCDE.