POR ANDRÉS TOVAR
17/06/2017
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El presidente Donald Trump anunció lo que la cobertura mediática mundial ha enfocado como una nueva política dramática hacia Cuba durante un discurso frente a una multitud en la Pequeña Habana de Miami. «A partir de ahora» dijo Trump, «estoy cancelando el acuerdo completamente unilateral de la última administración con Cuba».
Bueno, no del todo. Los cambios que Trump dio a conocer son mucho menos «pesados» de lo que muchos esperaban. De hecho, muchos de los elementos de la política de la administración Obama van a permanecer en su lugar.
Bajo la nueva política, los estadounidenses ya no estarían autorizados para planificar sus propios viajes privados, individuales «educativos» a Cuba, y los que van como parte de viajes en grupo autorizados estarán sujetos a normas más estrictas, precisó el New York Times. Y las empresas y ciudadanos norteamericanos también tendrán prohibido hacer negocios con las empresas controladas por los servicios de inteligencia o de seguridad militar cubanos.
Sin embargo, las normas más flexibles que han hecho que sea más fácil para las empresas estadounidenses hacer negocios en Cuba permanecerán en su lugar. se seguirá permitiendo cruceros y vuelos directos entre Estados Unidos y Cuba. Los cubanoamericanos todavía tendrán apertura para viajar libremente a la isla y enviar remesas a sus familiares. Y la Embajada de Cuba en Washington y la Embajada de Estados Unidos en La Habana permanecerán abiertas.
Hacia el final de su mandato, el presidente Obama persiguió una descongelación de las relaciones entre los dos enemigos de la Guerra Fría. Haciendo uso de su autoridad ejecutiva, Obama relajó algunas de las restricciones comerciales y de viaje dentro del largo embargo económico estadounidense en el país, y en julio del pasado 2016, restauró oficialmente las relaciones diplomáticas con Cuba y reabrió su embajada en La Habana. Todo esto fue parte de un amplio acuerdo alcanzado entre los dos países en 2014, que también implicaba una acuerdo para que EEUU entregara a presos cubanos y viceversa, y que Cuba fuera retirada de la lista estadounidense de Estados patrocinadores del terrorismo.
Ese mismo año, Trump había adelantado que tenía la intención de hacer retroceder las políticas de Obama. En noviembre, el entonces presidente electo Trump twitteó que iba a «terminar» el acuerdo a menos que Cuba presentara «uno mejor». Pero lejos de terminar el acuerdo, parece que Trump procuró dejar muchas de las políticas, sobretodo las que representan importancia económica.
En un artículo publicado en noviembre del año pasado hablamos de las posibles implicaciones. Aquí decíamos que la decisión del mandatario estaría influenciada por los movimientos que las empresas de alto perfil de Estados Unidos desarrollaran en el recién abierto mercado del turismo cubano. Volver a imponer estrictas restricciones económicas y de viaje en el país perjudicaría así los intereses económicos de Estados Unidos.
Lo de la administración Obama “trato”
En diciembre de 2014, después de 18 meses de negociaciones secretas, el presidente Obama y el presidente de Cuba, Raúl Castro, anunció que habían llegado a un acuerdo histórico para reconstruir poco a poco las relaciones económicas y diplomáticas entre los dos países.
Además Obama, usando su autoridad ejecutiva, relajó un número de restricciones económicas y comerciales relacionadas con el embargo a Cuba de 1962. Las instituciones financieras permitiría cuentas abiertas con sus homólogos cubanos; levantaría restricciones para el suministro de equipos agrícolas y de telecomunicaciones desde EEUU a Cuba, a los estadounidenses también se les permitió el uso de tarjetas de crédito y débito y la ampliación de las remesas, y los cubanos ahora podían comprar ciertos bienes de consumo de Estados Unidos en línea.
La administración también cambió la normativa para que sea más fácil para los estadounidenses viajar a Cuba, incluida la restauración del transporte aéreo regular entre los dos países. Pero el propio embargo, que requiere la aprobación del Congreso para ser rescindido, se mantuvo en su lugar.
¿Qué cambiará realmente la nueva política de Trump -y que no cambiará-?
Los cambios de Trump no entrarán en vigor inmediatamente. Los departamentos del Tesoro y de Comercio deberán dentro de los 30 días escribir las nuevas regulaciones que revertirán algunos de los acuerdos de Obama.
Las regulaciones que permiten vuelos comerciales y cruceros desde Estados Unidos a Cuba no se verán afectados. Los viajes familiares y el monto para las remesas permanecerán sin cambios. Y – con todas las críticas – las relaciones diplomáticas formales, que fueron restablecidas por Obama después de más de cinco décadas, permanecerán así.
Lo que cambiará es que los estadounidenses ya no se les permitirá planificar sus propios viajes privados, y los que van como parte de viajes en grupo estarán sujetos a normas más estrictas. Asimismo, las empresas y ciudadanos norteamericanos también tendrán prohibido hacer negocios con empresas controladas por el Gobierno cubano.
Tomemos, por ejemplo, la restauración de los vuelos directos entre los EEUU y Cuba. Un buen número de importantes aerolíneas estadounidenses ya han hecho inversiones financieras sustanciales basadas en la “buena fe” a las nuevas regulaciones de la administración de Obama.
Y eso es sólo las aerolíneas. Un número de compañías de turismo y viajes, como Airbnb, Carnival Cruise Lines y Starwood Hotels también se han aprovechado de las restricciones relajadas de la administración Obama para expandirse en Cuba, con la esperanza de sacar provecho de lo que esperan eventualmente se convertirá en un punto caliente turístico en auge.
Preguntaron si las empresas que ya han firmado contratos con Cuba deben esperar perder dinero, un funcionario de la Casa Blanca precisó durante la sesión informativa «que eso será estudiado en el marco de las regulaciones que desarrollarán Hacienda y Comercio. Sin embargo, la intención de la administración no es interrumpir las operaciones existentes que se han producido».
Así que a pesar de su manifesta intención de impulsar una mayor “libertad religiosa y política para el pueblo cubano” – las principales razones que cita para oponerse al acuerdo de la administración Obama no van lo suficientemente lejos en esta dirección, especialmente si hacerlo se produce a expensas de los intereses económicos de Estados Unidos. Aún queda esperar que se desprende de las discusiones de Hacienda y Comercio, pero todo indica que no habrán mayores sorpresas. Lo demás es política.