Diario de campaña | Por Iñigo Aduriz
10/06/2016
Se ha iniciado oficialmente a las 0:00 horas de este viernes la campaña electoral del 26J en un escenario político más polarizado que nunca y en el que cuatro principales fuerzas políticas pugnan por alcanzar el poder o, por lo menos, resultar decisivas a la hora de formar Gobierno. Como es habitual, la tradicional pegada de carteles –se llama así aunque hace ya muchos años casi nadie pega carteles– llega marcada por la macroencuesta preelectoral del CIS, en la que ha quedado claro que se avecina un escenario similar al que se dio tras las elecciones del 20 de diciembre.
Si se cumplen las previsiones de esa y de otras encuestas similares hechas públicas en las últimas semanas, este verano deberán retomarse las mesas de negociación y el diálogo, incluso entre fuerzas políticas de tendencias diferentes. Porque puede que ni la suma de la izquierda ni la de la derecha alcance una mayoría absoluta. Si llega ese acuerdo que nunca se logró en los cinco meses posteriores al 20D, será después de una larguísima y sucia precampaña de casi medio año, que se verá extendida en las próximas semanas en un ambiente que se avecina bronco y mientras gran parte de la población manifiesta su desinterés y su hastío hacia los políticos.
PP: Mantener
El PP, que ha estrenado la campaña en el Templo de Debod de Madrid, ha mantenido un perfil bajo después de que en diciembre se mantuviera como fuerza más votada pese a haber perdido más de tres millones de votos respecto a 2011 y no llegar a la mayoría absoluta. «A favor» es el lema escogido por el responsable de campaña, el también jefe de Gabinete de Rajoy, Jorge Moragas, y que pretende dar un aire de optimismo y positividad a unos populares marcados por las decenas de casos de corrupción en los que se han visto envueltos, las sospechas sobre la financiación irregular del partido, y un dudoso balance en La Moncloa. Se trata de contrastar esa idea con el rotundo rechazo al PP que muestran el resto de partidos.
Y es que Rajoy y su equipo no han creado los dos millones de puestos de trabajo a los que se comprometieron, no han cumplido el objetivo de déficit marcado desde Bruselas, que se presentaba como uno de los objetivos primordiales del Ejecutivo, y han puesto en marcha recortes sin precedentes además de una polémica amnistía fiscal y una subida de impuestos. También llevaron a cabo una labor ejecutiva protagonizada por el decreto incluso en asuntos muy conflictivos y que han afectado a derechos básicos como es el caso de la conocida como ley mordaza o la reforma laboral.
A pesar de ello, el PP sigue siendo la fuerza que podría obtener un mayor apoyo por parte de los españoles según todas las encuestas, si bien no está claro que pueda gobernar como sucedió tras el 20D. En su estrategia, los populares ya se han fijado en un claro rival: el partido Ciudadanos que preside Albert Rivera. La campaña servirá al equipo de Rajoy para atacar a la formación naranja por su acuerdo de gobernabilidad con el PSOE, y a los socialistas por no plegarse a la gran coalición que les han pedido a lo largo de estos meses.
PSOE: Sobrevivir
Aunque los populares tratarán de acusar a los de Pedro Sánchez de irresponsables por no dejarles gobernar, el PSOE –que ha iniciado la campaña en la plaza de Pedro Zerolo de Madrid cuando se cumple un año del fallecimiento del histórico activista por los derechos LGTB– se presentará, en cambio, como el partido que más ha hecho desde diciembre para que en España hubiera un Ejecutivo. Pero en sus bases cunde el pesimismo, justificado por las encuestas que auguran que podría quedarse en tercer lugar tras ser sobrepasado en votos y escaños por la coalición Unidos Podemos.
Supondría un hito histórico con consecuencias impredecibles para un partido que ha gobernado el país durante más de veinte años. Por eso los socialistas y su líder, que soporta un continuo ruido interno desde su elección en 2014, están dispuestos a echar el resto con su lema «Sí por el Gobierno del cambio». El PSOE insiste en que sale a ganar a pesar de las encuestas, del gran caso de corrupción que le afecta en Andalucía, y de las evidentes rencillas entre Pedro Sánchez, líder federal, y Susana Díaz, máxima dirigente institucional.
Su objetivo es combinar la moderación con su perfil de izquierda. Tratar de arrancar votos a Ciudadanos, con los que pactaron un Gobierno que no obtuvo más apoyos al margen de esas dos fuerzas políticas, y tratar de rascar apoyos también a Unidos Podemos, su gran rival, que pretende convertirse en la fuerza hegemónica de la izquierda y a la que los socialistas tachan de radical. Su principal baza es esa: lograr que la ciudadanía perciba a la formación que encabeza Pablo Iglesias como extremista, para mantener su liderazgo en el progresismo.
Unidos Podemos: Sustituir
Y eso que, como ocurrió tras el 20D, la unión de IU y Podemos podría ser una de las pocas opciones de apoyo con la que podría contar el PSOE en el caso de que tuviera opciones de gobernar. Este aspecto lo tratará de explotar la coalición en la campaña: destacar que los socialistas no quisieron que ellos entraran en un Ejecutivo de izquierdas –que en todo caso tuvo que haber tenido el respaldo de los nacionalistas– para convertirse ellos mismos en el voto útil de la izquierda.
De momento parecen haberlo conseguido –siempre según las encuestas– aunque sobre todo en los entornos más urbanos. En Madrid, Euskadi o Cataluña Unidos Podemos ha conseguido desbancar al PSOE más allá del tercer puesto, incluso del cuarto. El objetivo es sustituir a los socialistas incluso para que éstos tengan que dilucidar entre apoyarles a ellos o dejar que gobierne el PP. Unidos Podemos, que ha comenzado la campaña –tanto Podemos como IU– en el Parque de la Cornisa de Madrid con su lema «La sonrisa de un país», presenta como su principal bandera un ambicioso programa económico claramente izquierdista, basado en el aumento del gasto público sostenido por un aumento de los impuestos a los más ricos.
La coalición va a por lo seguro y se centrará en hacer campaña en aquellos lugares en los que dispone de más fuerza de voto. No se olvidará de la estrategia mediática, la gran y exitosa apuesta de Podemos, que hará pasear a su principal líder por los platós tratando de mostrar su imagen más cercana en busca del apoyo de los sectores que aún se resisten a ser conquistados, como los mayores de 45 años o las minorías sociales.
Ciudadanos: Resistir
A Albert Rivera, líder de Ciudadanos, también le importa y mucho el papel que los medios tendrán en esta campaña. La formación naranja trata de erigirse en la fuerza del centro –las alusiones directas o indirectas a la Transición y al entendimiento son constantes– en un momento en el que no está de moda la transversalidad ni la indefinición entre izquierda y derecha. El pacto tácito con el PSOE hará que sus ataques no se dirijan a los socialistas y sí al PP de Mariano Rajoy –especialmente contra él–, y, sobre todo, a Podemos por su radicalidad y su posición respecto a Venezuela. Con el partido de Pablo Iglesias comparten juventud y ansias por regenerar la política, y los de Rivera quieren ser ellos quienes encabecen ese cambio.
Pero las encuestas no le son muy favorables, o por lo menos no son tan positivas como las de hace unos meses o el resultado que obtuvieron el 20D. Rivera, que ha iniciado la campaña en la Plaza de la Villa de la capital, quiere presentarse como el único capaz de negociar con PP y PSOE, porque sabe que tras el 26J puede que tenga que apoyar a uno u a otro e incluso formar Ejecutivo con alguno de los dos. La combinación de perfil ultraliberal en lo económico con guiños sociales pasará una nueva prueba de fuego y demostrará si es capaz de consolidarse como alternativa de gobierno en un más que cambiante escenario electoral.