Por Alicia G. Arribas | Efe
16/09/2016
Sidse Babett Knudsen, la actriz que enamoró a los espectadores de la serie de televisión Borgen, es la protagonista de la cinta que inaugura el 64 Festival de Cine de San Sebastián, La doctora de Brest, que dirige otra mujer, la francesa Emmanuelle Bercot, que no puede estar «más orgullosa» del encargo.
«Es un privilegio del que estoy muy orgullosa», ha dicho a Efe la directora al saber que, en las 64 ediciones del Zinemaldia, es la primera realizadora que abre el festival, algo que ya le sucedió en 2015 cuando su largometraje «Con la frente en alto» fue seleccionado para inaugurar la 68ª edición del Festival de Cannes.
«Las mujeres somos menos estadísticamente», apunta como posible explicación a la escasez de mujeres en los festivales, para añadir enseguida que «es francesa» y «nunca» ha sufrido por ser mujer directora, sino al contrario, «me han reforzado. Creo que cada vez más, ser mujer es un punto positivo, más que una debilidad».
Directora y actriz llegan a la entrevista horas antes de la inauguración y muy positivas a pesar de la paliza: vienen de Toronto vía Francia donde la huelga de controladores las ha tenido retenidas más tiempo del deseado.
Ambas estaban «deseando» venir al festival, Knudsen dice que «todo el mundo» le había dicho que se lo iba a pasar «muy bien» porque «es un festival de cine «de verdad» y se come de maravilla», afirma mientras oculta el estómago con sus manos.
«Cine y comida», lo que más le puede gustar a esta morena de ojos azules, nada fríos, sino todo lo contrario, y un detalle muy importante para que pudiera convertirse en la doctora Irene Fracho, una neumóloga «de provincias», explica Bercot, que denunció un escándalo farmacéutico que causó decenas de muertos.
«Es la «Erin Brockovich» francesa», apunta Knudsen, quien explica que la propia Fracho le puso al día de todos los detalles del caso, como un torrente.
«Es hiperactiva, contesta teléfonos, habla contigo, atiende al ministro, llora un poco, se ríe, todo a la vez; es muy emocional, es un gran personaje, no se puede uno inventar a esta mujer, es demasiado», explica la actriz danesa que, sorprendentemente, gesticula tanto como habla: «Es que mi madre es medio italiana, por eso necesito mucho espacio para mover las manos», se ríe.
La película cuenta una historia real ocurrida en 2009.
En el hospital de la localidad francesa de Brest, esta neumóloga descubrió una conexión directa entre una serie de muertes poco claras y un medicamento aprobado por el estado.
«A Fracho le costó muchísimo que le hicieran caso, la despreciaban no solo por ser mujer, sino por que viste cazadora y botas; es una paleta. Está claro que si este escándalo lo saca a la luz un estudiante parisino, con traje y pelo gris, habría sido distinto», dice Bercot.
Y, aconsejada por Caterine Deneuve, Bercot le dio la cara y el cuerpo de Fracho a una danesa que habla francés desde los 18 años.
«Lo que me interesa es interpretar personajes donde me gustaría verme a mi misma y me encanta ser heroína, aunque sea como ésta, tan poco cool, tan poco sexy, tan humana. Me ha encantado hacer este papel, debería haber más papeles así».
De su experiencia en la serie, donde interpretaba a una primera ministra que hacía filigranas para conformar un gobierno en minoría, afirma que le ha cambiado su modo de ver a los políticos, pero que «de ninguna manera» haría ese trabajo; se escabulle al saber que España lleva meses sin gobierno y no se le ocurre ningún consejo para echar una mano.
«Salvo que lo escriba el guionista, yo no tengo nada que decir. Flirtear con la política no es lo mío para nada», se escapa.