Por Iñigo Aduriz
27/10/2016
El PSOE más débil de la historia democrática sale apaleado de la nueva sesión de investidura que se ha celebrado entre el miércoles y el jueves en el Congreso de los Diputados y que ha vuelto a rechazar el nombramiento de Mariano Rajoy como presidente por 180 votos en contra y 170 a favor. La división, la ruptura interna y la falta de liderazgo han quedado tan de manifiesto durante el Pleno, que el portavoz socialista, Antonio Hernando, ha renunciado al turno de contrarréplica al que tenía derecho durante cinco minutos, para rebatir al líder del PP sus argumentos a favor de los recortes o de la lucha contra la corrupción llevada a cabo durante su mandato.
Las dificultades para justificar la abstención de quien hace tan sólo dos semanas impulsaba el ‘no’ a Rajoy, o la partición en dos del Grupo Parlamentario Socialista entre quienes han aplaudido a Hernando y quienes ni se han inmutado –incluido Pedro Sánchez, exsecretario general y uno de sus principales colegas, al menos hasta ahora– han mermado el peso del PSOE en el hemiciclo y su protagonismo como el principal partido de la oposición en número de diputados. Y eso que el portavoz se ha esforzado en defender la integridad y la historia de su formación incluso restando importancia a la división interna: «Todos los que hemos defendido una u otra opción somos socialistas y seguiremos siéndolo», ha sostenido.
«Usted no tiene ni nuestra confianza ni nuestro apoyo»; «nos sobran razones para no confiar en usted pero no hay razones para mantener el bloqueo político», o «estamos haciendo una abstención de investidura, no de legislatura» son sólo algunas de las frases con las que Hernando, con semblante serio durante todo el pleno, ha tratado de salir airoso del debate de este jueves, uno de los más complicados para él en su dilatada historia parlamentaria. «O abstención o elecciones» es la dicotomía, según él, a pesar de que no la vio así durante los últimos diez meses en los que respaldaba las intenciones de Sánchez de conformar un Ejecutivo alternativo.
«Nosotros frente a ustedes»
Con un PSOE desdibujado y sin cabeza –el presidente de la Comisión Gestora, ha tenido que convocar a los medios mientras se celebraba el pleno, ya que no es diputado–, el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, ha recobrado peso parlamentario. Lo ha hecho por méritos propios, ya que la dureza con la que se ha dirigido a Rajoy, su retranca parlamentaria, su habitual ironía, sus ataques indiscriminados incluso ofensivos y la efusividad con la que han sido acogidas sus palabras en la bancada morada, lo han convertido en el gran protagonista de la jornada, por lo menos al margen del interesado en lograr la confianza de la Cámara Baja.
Éste, Rajoy, también se ha esforzado para que el de Podemos sea su próximo gran contrincante aplacando a los socialistas y relegando al PSOE como un partido muleta que facilitará que vuelva a ocupar su despacho de La Moncloa. Mientras Hernando trataba de convencer a la ciudadanía de que PP y PSOE no son lo mismo, el aún presidente en funciones ha insistido en todo lo contrario: «No es bueno demonizar al adversario. Tenemos más cosas en común con ustedes que con los independentistas», le decía Rajoy al representante socialista. Y esta supuesta connivencia ha sido bien explotada y utilizada por Iglesias para recalcar, una vez más, la idea de la Gran Coalición, reformulada en «abstencionazo» o en la concepción de la «triple alianza» entre socialistas, populares y Ciudadanos.
Frente a las apelaciones a lo que podría unir a PP y PSOE que han marcado el discurso de Rajoy y, en menor medida, el de Hernando, Iglesias ha querido ser contundente: «Nosotros sí estamos frente a ustedes», le ha dicho al candidato a la Presidencia. A renglón seguido, ha sacado a relucir su habitual tono para demostrar esa afirmación y remarcar las irreconciliables diferencias programáticas, y también sociales, entre los populares y los de su partido. Ha llegado a provocar el mayor enfado de la jornada cuando, refiriéndose a la fuerte presencia policial en los aledaños del Congreso durante la sesión de investidura, ha asegurado: «Hay más delincuentes potenciales en esta Cámara que ahí fuera».
El «odio de las oligarquías»
Iglesias conseguía que los diputados del PP se revolvieran en su asiento, e incluso la presidenta del Congreso, Ana Pastor, le advertía de la obligación del respeto a la Cámara y al «honor de los diputados» a la que se comprometió una vez que aceptó convertirse en parlamentario. «Merecer el odio de las oligarquías será la mayor de nuestras honras», concluía su primera intervención.
Y, aparentemente satisfecho de las reacciones que habían provocado sus palabras en la bancada popular, y a pesar de que Rajoy no se ha referido a ellas durante su respuesta a la formación morada, el líder de Podemos volvía hacer mención a la delincuencia en su turno de réplica, tras recordar los nombres de los diputados del PP implicados en casos de corrupción: «Les pido que cuando se pronuncie la palabra delincuentes en esta cámara, ustedes se callen», les ha dicho a los populares.
El hito histórico que ha supuesto la sesión de este jueves ha sido por tanto el hecho de que, por primera vez en más de 30 años, el principal debate no ha sido entre los líderes de PSOE y PP. El verdadero cara a cara ha estado entre Iglesias, máximo dirigente de un partido nacido hace tan sólo dos años, y el presidenciable Mariano Rajoy. De hecho, el líder del PP sólo ha utilizado sus dotes parlamentarias, su dominio de la ironía y la retranca cuando se ha dirigido a Iglesias y no cuando lo ha hecho para referirse a Antonio Hernando.
Su mensaje ha ido orientado, esta vez, a tratar de explicar porque era él y no el dirigente de la formación morada el que se está sometiendo a la confianza de la Cámara. Su explicación es sencilla y la ha utilizado en varias ocasiones, también para responder al líder de IU, Alberto Garzón: «porque los españoles han preferido al PP que a su formación política». Rajoy ha acusado a Iglesias de realizar un «debate de Twitter» en el que «no hay que pensar ni argumentar», a lo que el de Podemos le ha respondido reprochándole el turbio episodio de los mensajes que el presidente envió a Luis Bárcenas, al decirle que lo que se le dan bien son los SMS. «En Twitter voy mejorando. Con los SMS me manejé peor, pero también voy mejorando», sostenía entonces Rajoy, provocando las risas de todo el hemiciclo.
El «vaya gilipollas» de Rivera
Que Iglesias ha sido el protagonista también lo ha demostrado el cara a cara que ha protagonizado con el líder de Ciudadanos, Albert Rivera. También ha conseguido sacar a éste de sus casillas. Al hablar de la crisis de régimen, Iglesias aseguraba que «las dos instituciones tradicionales a prueba de crisis son la monarquía y el PNV, bien unidas por la Cruz de Borgoña». Consideraba que el portavoz del partido nacionalista, Aitor Esteban, sí conocería ese símbolo, pero aseguraba que Rivera lo tendría que buscar «en Google». El líder de la formación naranja sonreía, desde su escaño, pero las cámaras han captado cómo reflexionaba: «Capullo, vaya gilipollas».
Quizá ese dardo que le lanzaba el de Podemos era el que hacía que durante su intervención, más que referirse a Rajoy, verdadero centro del debate, los reproches y afirmaciones del líder de Ciudadanos se dirigieran al propio Iglesias. En definitiva, la situación del PSOE, las palabras de Rivera y la estrategia de Rajoy han convertido este jueves a Iglesias en el nuevo líder de la oposición.