Por Andrés Tovar
13/12/2016
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Mientras muchos nos sentimos irremplazables en lo que hacemos, la amenaza de que las máquinas sustituyan a los seres humanos en los trabajos es cada vez más real. Es probable que el proceso en que la tecnología se encargue de reemplazar a los humanos sea progresivo, pero será realidad. Actualmente, sólo están en fábricas automatizadas, tiendas, hoteles y restaurantes, pero el futuro podría abarcar más espacios.
Esa preocupación, legítima y que viene ocupando a varios lugares del mundo ha venido despertándose –o por lo menos, considerándose- en un porcentaje destacable de la sociedad española.
El centro de estudios Randstad Research ha venido indagando sobre este tema, llegando a interesantes conclusiones. La empresa consultora en el área de recursos humanos afirma que al día de hoy un 45% de los empleados españoles afirma que realiza un trabajo repetitivo que podría ser automatizado en el futuro como consecuencia de la digitalización y la robotización del mercado laboral.
Destaca Ransdstad que esta incertidumbre de los trabajadores en cuanto a la automatización de sus empleos se produce a pesar de que existen previsiones que indican que la digitalización tendrá un efecto positivo en el mercado laboral español. La firma prevé que este proceso genere 1.250.000 empleos en el país durante los próximos cinco años si se toman las medidas necesarias, como flexibilizar el mercado de trabajo, desarrollar políticas de empleo adecuadas, fomentar la movilidad de los profesionales o incentivar los estudios universitarios relacionados con la ciencia y la tecnología.
En este sentido, precisa que son los mayores de 45 años los que más importancia le otorgan a ganar capacidades digitales, ya que el 65% de ellos considera fundamental mejorar su formación en nuevas tecnologías, por delante de los de entre 25 y 45 (62%) y de los menores de 25 años (58%).
Este último dato no deja de ser importante puesto que, del más de millón de empleos que se generarán con la aplicación de la tecnología al ámbito empresarial, Randstad afirma que unos 390.000 serán puestos de trabajo vinculados al ámbito de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. Otros 689.000 corresponderán a empleos inducidos, que serán los encargados de dar soporte a los primeros y los 168.000 restados serán empleos indirectos.
Pero pese a que los perfiles científicos serán los más demandados por las empresas en los años venideros, el número de estudiantes matriculados en este tipo de carreras continuará descendiendo a un ritmo anual del 3,3% entre 2017 a 2021, de 69.000 a 57.600. De ahí que la brecha entre las necesidades de las empresas y la oferta en el mercado laboral lejos de disminuir va a aumentar en los próximos años.
No, no serás un robot
Ahora, si usted es de los que piensa o está preocupado porque su rutina diaria pueda ser sustituida por un primo de C3PO, tampoco es eso una sentencia. Un reciente estudio global de 2.000 actividades individuales de trabajo encabezado por la firma global de consultoría estadounidense McKinsey sugiere que nuestros trabajos no van a ser automatizados, sino que se redefinirán.
Los autores afirman que un enfoque basado en ocupaciones es engañoso. Muy pocas ocupaciones se pueden automatizar en su totalidad en el corto o mediano plazo pues requirieren procesos de reingeniería completa para ser transformados, Más que sustitución, se habla de redefinición, al igual que el trabajo del cajero del banco se redefinió con la llegada de los cajeros automáticos.
Los resultados provisionales de la investigación sugieren que hasta un 45% de las actividades globales «pueden ser automatizadas mediante la adaptación de las tecnologías». Y no es sólo un tema de empleos técnicos –muchos considerados erróneamente por mucha gente de personas sin instrucción-, también podría hacerse cargo de muchas de perfiles como médicos, gerentes financieros y ejecutivos de alto nivel.
“Sólo mediante la tecnología ya existente, las actividades que actualmente consumen más del 20% de las horas de trabajo del CEO promedio podría llegar a ser automatizado”, dice McKinsey. Así que los ejecutivos tampoco deben creer que van a salir ilesos.
Pensar en futuro
Ya en 2013, un informe de la Universidad de Oxford afirma que el 47% del total de empleo en Estados Unidos se encontraba en riesgo de informatización. Aunque en la misma línea del estudio de McKinsey, este último aporta un interesante debate –ahora más vivo que nunca- sobre el futuro de nuestro trabajo. Si bien no pasan por alto los riesgos potenciales de una mayor automatización, sus autores siguen siendo positivos acerca de los resultados que puede ofrecer a las empresas:
“Los empleados (podrían) centrarse más en las tareas que utilizan la creatividad y la emoción. Los asesores financieros, por ejemplo, podrían dedicar menos tiempo a analizar las situaciones financieras de los clientes, y más tiempo para la comprensión de sus necesidades y explicar las opciones creativas. Los diseñadores de interiores podrían dedicar menos tiempo a la toma de medidas, el desarrollo de ilustraciones y ordenar los materiales, y más tiempo de desarrollo de los conceptos de diseño innovadores basados en los deseos de los clientes (…) Las implicaciones organizativas y de liderazgo son enormes: los líderes de la alta dirección de la línea del frente tendrán que redefinir puestos de trabajo y los procesos para que sus organizaciones pueden aprovechar el potencial de automatización que se distribuye a través de ellos” sostiene el informe de Oxford.
Por supuesto, para todas las cosas maravillosas que la innovación tecnológica trae, hay algunas cosas que los seres humanos pueden hacer mucho mejor que los robots. Para los gerentes de nivel superior que tratan de ordenar todo esto a cabo, McKinsey simplemente aconseja: «Mantengan un ojo en la velocidad y dirección de la automatización, para empezar, y luego determinar dónde, cuándo y cuánto invertir en ella».
Yo, lo más importante
No son pocas las recomendaciones que puedan hacerse sobre el tema. Un artículo del Financial Times titulado “Cómo reaccionar cuando los robots tomen nuestro trabajo” asegura que los humanos seremos reemplazados y lo importante es estar preparados para que la depresión no sea tan profunda.
Simon Kuper, autor del artículo, proviene de un área de la cual, afirma, tiene la experiencia para poder hablar de estos temas. Como periodista, señala haber observado la forma en que la tecnología ha ido haciendo cada vez más inútil su labor. Por ejemplo, cuenta que hasta hace un tiempo, cualquiera podía ser periodista, además del hecho que la gente compraba más periódicos. Sin embargo, todo cambió con la llegada del Internet, que dio a las personas la capacidad de buscar toda clase de información en la red, haciendo su trabajo poco valioso.
Con esta experiencia, el autor recomienda una serie de cosas para entender mejor este proceso.
El trabajo no es nuestra identidad. Las personas tienen que tener vidas propias al margen de su trabajo. Si no lo hacen, cuando se pierde el trabajo se cree que se ha perdido lo que uno es.
El dinero va y viene. Hay que saber apreciarlo en su justa dimensión.
Hay que monetizar lo que no puede hacer una computadora. Los seres humanos tenemos habilidades que no requieren una computadora y estas no pueden hacer, para que eso ayude a prolongar el tiempo en que no se puede prescindir de nuestro aporte.
El futuro es de trabajos que no serán de por vida. Los tiempos en que las personas cumplían 65 años, habiendo pasado la vida en un mismo trabajo ya son historia.
Las carreras profesionales no llevan al éxito. Las personas son las que hacen un éxito de una carrera. Si lo tenemos claro, no esperaremos más y no nos sentiremos defraudados con lo que ocurra.
Por lo menos, en España, la perspectiva es positiva. Sólo nos queda estar preparados para un futuro como el que Kuper describe.