Por Paz Mata
05/02/2016
Quentin Tarantino creció en la oscuridad de una sala de cine, en ella se empapó de sangrientos samuráis, cuerpos diseccionados, carreras de coches, calles solitarias, hombres vestidos de negro, zombis, chulos, novias ensangrentadas, disparos y ‘gore’ por doquier. Tarantino vivía y respiraba el séptimo arte. Por eso, el paso natural era hacer un homenaje a esas películas que alimentaron su imaginación y que le llevarían a ganarse la vida como cineasta.
esde Asesinos natos, del que fue guionista por contrato, hasta su último film, Los odiosos ocho, el director se ha ganado a pulso el título de “verdadero autor” en un sistema tan restrictivo como es Hollywood. Ahora, 24 años después de que Reservoir Dogs debutara en el festival de Sundance y le adjudicara la etiqueta de enfant terrible del cine de la época, y tras aceptar entrar a formar parte del Sindicato de Directores de Hollywood, Quentin Tarantino (Knoxville, Tennessee, 1963) ya no se considera un renegado. El haber elegido la sala de proyecciones del Sindicato de Directores en Hollywood para proyectar su último y esperado trabajo es señal de que el director ya es parte de esa comunidad, pero eso no quiere decir que haya cambiado de dirección.
Galería: Carteles de las películas de Tarantino como director (pulsa sobre las imágenes para verlas en alta resolución)
A sus 52 años el cineasta tiene una presencia que desarma. Físicamente parece salido de un cómic: 1,80 metros de altura, corpulento e insinuando músculo bajo la camiseta, dibuja una imagen que supone un curioso contraste con sus modales de adolescente y su ingeniosa, loca y extravagante personalidad. Tarantino es tan entretenido y explosivo como sus películas. Muestra de ello es su último trabajo Los odiosos ocho, cuya historia se centra en una época en la que no existía el cine, restándole de los referentes culturales que tanto ama.
Un drama, situado después de la Guerra de Secesión, que sigue la tónica que inició en el viaje de Django desencadenado. Aquí los bosques de Texas han sido sustituidos por la montañas de Wyoming y las plantaciones de algodón por una parada de diligencia (La Mercería de Minnie) en la que se refugian ocho desconocidos con un objetivo en la cabeza: el odio, la venganza y la traición.
Su lento ritmo, su extremada violencia, su hermético escenario y un guion que no tiene desperdicio la hacen especialmente atractiva para los amantes del western, que podrán recrear tanto la vista con un extraordinario escenario, filmado en 70 mm, como los oídos gracias a la evocativa banda sonora de Ennio Morricone.
Una semana antes de su estreno, Tarantino habló con Cambio16 de este roadshow al que ha incluido una obertura musical y un intermedio con todas las de la ley. “El plan es volver al periodo romántico del cine”, explica el director con el entusiasmo del que siempre hace gala.
En su última película vuelve a su tema preferido, el hombre en busca de violencia, aunque siempre con ese toque de spaghetti western, ¿por qué le interesa tanto hablar de ello?
Porque es perfecto para crear el drama. Siempre he sentido una gran afinidad por la combinación entre la narrativa, la música y esa dimensión casi operística del spaghetti western, es imposible fallar si mezclas estos tres elementos.
En su mundo, el humor y el drama van cogidos de la mano, y uno se pregunta ‘¿Por qué me río de una situación tan dramática?’ ¿Es intencionado?
Mis películas son siempre dramas, pero entrelazo la comedia de tal modo que surge siempre esa pregunta. También sé que uso repetidamente la palabra nigger (término despectivo para referirse a los negros). Ya lo hice en Django desencadenado y el público no se lo tomó tan mal porque a estas alturas ya saben que mi intención no es herir la sensibilidad de nadie, pero es mi manera de contar la historia. La meto dentro del marco de un spaghetti western, subrayando el aspecto surrealista inherente en una parte de la historia de los Estados Unidos, como es la esclavitud y la Guerra Civil, que no podía ser más surrealista, cruel, perversa y, según como lo mires, cómica.
¿Las primeras escenas nos recuerdan a La Diligencia, de John Ford, cree que al director le hubiera gustado su película?
No soy un gran fan de Ford pero confieso que La Diligencia es uno de mis westerns favoritos porque fue el inicio del cine moderno. Se filmó en los años 30 pero ha resistido muy bien el paso del tiempo. No creo que a Ford, a George Cukor, Howard Hawks o Ernst Lubitsch les hubieran gustado mis películas porque les habrían parecido demasiado violentas y sangrientas. Y principalmente el lenguaje, con demasiados tacos, les habría echado para atrás. Al único que conocí de esta generación es a Sam Fuller, que era un gran fan de Reservoir Dogs, pero me dijo que había demasiadas palabrotas y eso le resultaba aburrido.
Mientras rodaba esta película surgió la polémica del uso de la bandera confederada en los estados del Sur, un tema que está presente en el film. ¿Hizo algún cambio en el guion para evitar más controversia?
En principio no era mi intención hacer un western sobre el Norte y el Sur, pero a medida que escribía el guion me di cuenta de que lo estaba haciendo y en medio de todo surgió la polémica de la bandera confederada. No me quedó más remedio que eliminar algunas líneas del guion porque reflejaban lo que por desgracia está pasando cada vez más en el mundo y eso iba a impactar al público. Durante la escena de la diligencia, el personaje de Maddox le dice a Warren: “Cuando los negros tienen miedo es cuando los blancos están a salvo”, y el segundo le contesta: “En Carolina del Sur es donde más a salvo están”. Esa parte del diálogo la tuve que cortar cuando ocurrió la masacre de la iglesia Emanuel de Charleston.
Parece que le sigue la polémica, sus declaraciones sobre la brutalidad de las acciones de la policía en Chicago incitaron al gremio a boicotear el estreno de la película. ¿Como ha vivido estos días?
Han sido semanas muy intensas, nunca me había ocurrido nada semejante en mi vida. La primera semana fue difícil, pero en la segunda me sentí más gratificado y aún más en la tercera. No necesito aclarar más lo que dije porque ya lo han hecho muchas publicaciones en todo el mundo que han defendido mi posición al respecto. Yo me he pronunciado poniéndome al lado de las familias que han perdido a seres queridos en circunstancias que no tienen sentido y muestran una posición totalitaria por parte de algunos agentes de la policía.
Tampoco se ha librado de que su primer borrador del guion saliera a la luz antes de rodarse el film…
Esta vez hice algo que no he hecho nunca. Tenía pensado escribir tres borradores y luego decidir cuál me gustaba más. El primer borrador estaba sin terminar cuando salió a la luz y eso es lo que más me extrañó, que alguien lo robara para publicarlo sabiendo que no estaba terminado.
¿Cuál fue su reacción cuando se enteró?
Me sentí herido y muy cabreado, pero sobre todo desilusionado. No es la primera vez que mis guiones salen a la luz antes del estreno. Ya ocurrió con Malditos bastardos y Django… pero al menos ésos estaban terminados. Éste salió al principio de todo el proceso creativo. Me cabrea la permisividad de Hollywood que permite que sucedan estas cosas, casi siempre por culpa de algunos agentes artísticos que han contribuido a la diseminación de los guiones.
Está claro que la confianza en los demás es un tema que le interesa. En la película nadie se fía de nadie…
Lo que me interesaba de esta historia es que el espectador fuera el que decidiera quién de todos los personajes dice la verdad y quién no. Por ejemplo, ¿es Chris Mannix el sheriff de Red Rock o no? ¿Es cierto que el mayor Warren hizo lo que dice haberle hecho al hijo del general Smithers?… Y así un personaje tras otro. Está claro que la visión que cada espectador tenga de esta historia dependerá de cómo responda a estas preguntas.
Es obvio que es un gran observador de la condición humana, ¿ha cambiado su visión del mundo y del comportamiento humano desde que empezó a dirigir cine?
Depende del día (risas), trato de no deprimirme por la situación actual en el mundo. Me considero un optimista, cosa que hace 24 años no era. Francamente, una de las razones por las que nunca he tocado la política es por miedo a enfrentarme a la desesperación humana, porque una vez que te preguntas qué hacer para cambiar las cosas eso se convierte en un trabajo a tiempo completo y ése no es mi cometido. Ya sé que no es esto lo que me ha preguntado, pero tenía que decirlo porque permanecer en silencio es como estar a favor de lo que está ocurriendo en este país y en el resto del mundo.
Al igual que su anterior película, ésta tiene que ver con el origen de Estados Unidos. ¿Veremos una tercera?
Es probable. En mi opinión uno tiene que hacer tres westerns para poder llamarse director de westerns. Mi intención es hacer un tercero para dejar mi marca en este género que es un testamento de la historia de este país.
¿Cómo ve el futuro del cine?
En estos momentos estamos en una extraña encrucijada. Son tiempos de cambio y no creo que nadie sepa cómo veremos el cine en cinco o diez años. No quiero parecer el viejo director que se queja de que los tiempos pasados fueron mejores, pero no veo muy claro el futuro del cine.
EL ‘JUKEBOX’ DE QUENTIN
Además de sus diálogos brillantes, escenas memorables y el homenaje a películas de culto, el cineasta consigue una personalidad única a sus películas gracias a la cuidada selección musical que compone la banda sonora. Tarantino es único al elegir los temas musicales que acompañan la trama de sus historias. Seleccionamos algunos de los hits de sus largometrajes.
A SU MANERA
Tarantino no necesita excusas ni valerse de absurdas teorías para seguir haciendo lo que hace. Con un Oscar y un Globo de Oro al mejor guion por Pulp Fiction, sendos premios al mejor guion por Django desencadenado, ocho nominaciones al Oscar por Malditos bastardos, y su carné de miembro del Sindicato de Directores, el enfant terrible de Hollywood tiene claro que seguirá por la misma vía hasta que ya no pueda estar a la altura que él mismo se ha marcado.
“Los 60 serán mi tope, no quiero hacer películas geriátricas“, proclama. “Quiero que todas procedan del mismo artista, del mismo hombre que hizo Reservoir Dogs y que cuando alguien vea alguno de mis filmes diga ‘quiero ver qué otra cosa ha hecho este tío.’ Así es como Tarantino desea ser recordado.