Por Cambio16
2/6/2017
El transporte público pide rebajar el IVA al tipo superreducido por ser un bien de primera necesidad. No hay agenda política en la actualidad que no plantee cambios en la movilidad en las ciudades para conseguir la tan ansiada calidad urbana. Urbes como Barcelona o Madrid, que presentó el Plan A de calidad del aire este año, están precisamente reconsiderando la movilidad e incorporan iniciativas para promover el uso del transporte público. Pero ¿qué podría importar España de países como Francia o Reino Unido, ejemplos ambos en iniciativas innovadoras y disruptivas en movilidad? Una medida podría ser rebajar el IVA del transporte público al tipo superreducido (4%), dándole, por tanto, la consideración de bien de primera necesidad.
En la actualidad, el transporte público tributa al 10% (IVA reducido), pero esto supone equiparar algo tan básico e indispensable como la movilidad y su acceso universal a, por ejemplo, el ocio, ya sean espectáculos deportivos o la hostelería, que no son esenciales para los ciudadanos como sí lo son sus desplazamientos.
Esto es precisamente lo que se está planteando en Francia, en tanto es una de las propuestas estrella del transporte público francés (de un documento de 70 peticiones), tal como ha explicado el director ejecutivo de la patronal francesa del sector UTP, Claude Faucher, en el marco del XXIV Congreso Nacional de Transporte Urbano y Metropolitano, organizado por la Asociación de Empresas Gestoras de Transporte Urbano Colectivo (ATUC) y que se celebra hoy en Palma.
De hecho, Francia está ya yendo un paso por delante con la creación de un Ministerio de Transportes que podría ser el equivalente al Ministerio de Movilidad que desde la asociación española se viene proponiendo para sustituir al de Fomento, una palabra que se asocia más al “modelo de hormigón” del pasado.
Así, el nuevo presidente Macron ha nombrado como ministra del ramo a Élisabeth Borne, presidenta de la RATP de París, una entidad parecida al Consorcio de Transportes de Madrid, aunque sus competencias también abarcan parte de la red de cercanías de la capital francesa.
Otra de las ciudades que está rompiendo moldes en movilidad es Londres, que, al igual que sucede con Madrid o Barcelona, está inmersa en un plan de medidas a corto y largo plazo para mejorar la calidad del aire. Este plan incluye por ejemplo la creación de “calles saludables”, es decir, calles donde predomina el ir a pie o en bicicleta; o bien una zona de ultra bajas emisiones en el centro de la ciudad.
Estas medidas suponen una vuelta de tuerca a iniciativas más tibias que ya se están poniendo en práctica en nuestro territorio, como el desarrollo de áreas de prioridad residencial, que permiten la circulación a residentes; la peatonalización de calles dedicadas tradicionalmente al tráfico rodado o su apertura sólo a ciclistas y viandantes en determinadas fechas y horarios.
En el caso del transporte público, Londres tampoco ha andado con paños calientes a la hora de apostar por una flota 100% sostenible pues a partir de 2018 sólo comprará buses ecológicos. En España, los operadores, al no contar con un sistema de financiación que prevea los recursos económicos que podrán disponer en el futuro, hace difícil invertir en la renovación de flotas, si bien la tendencia hacia la tecnología eléctrica y, sobre todo, híbrida parece imparable.
De hecho, uno de los grandes debes del transporte público en España es su financiación con vistas a tener un marco en el que se sepa y con antelación qué recursos públicos se aportan al sistema y quién pone cuánto. A falta de una ley como sí existe en el resto de Europa, no queda otra que fijarse en cómo financian otros países este sector.