Por Lara Malvesí/Efe
11/09/2016
Quince años después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, los musulmanes de Nueva York siguen haciendo frente a episodios de violencia contra sus mezquitas, así como al discurso de odio en su contra del candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump.
El último ataque, a principios de agosto, tuvo como resultado la muerte a tiros a plena luz del día del imán Maulama Akonjee, de 55 años, y su ayudante Thara Uddin, de 64, cerca de la mezquita Al Furqan Jame Masjid, en el barrio Ozone Park, en Queens.
Un ataque que, desafortunadamente, no sorprendió al imán del Albanian Islamic Cultural Center de Staten Island, Tahir Kukiqi, quien explicó a Efe que sufrió un intento de agresión frente a su mezquita el pasado junio.»Voy a matarte» y «Habéis venido a conquistarnos», fueron los gritos del hombre que le amenazó.
Tras ese incidente se reforzó la seguridad en la mezquita, un apoyo que volverá a desplegarse ese domingo, en el decimoquinto aniversario de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, en los que murieron cerca de 3.000 personas.
El imán lamentó que se relacione a los musulmanes con los terroristas, un vínculo que tildó de «injusto», «mentira» y «falso».
Como cada año, coincidiendo con el aniversario del peor atentado sufrido en la ciudad de Nueva York, en sus oraciones estarán presentes las víctimas del 11-S. Preguntado el imán sobre la «islamofobia» que asegura existe en Estados Unidos, se refirió a Donald Trump, pero también quiso señalar que detrás del magnate neoyorquino «hay mucha gente».
Para Enamul Upal, un bangladeshí de 40 años que lleva exactamente quince años en la Gran Manzana, «hay que distinguir entre los políticos y la gente de la calle» cuando se habla del trato a los musulmanes. «Yo nunca he tenido ningún problema. Es más, siempre que he ido a algún sitio y he dicho que soy musulmán, me han ayudado», explicó a Efe desde su puesto de venta frente a la mezquita de la calle 96 con la tercera avenida, en el Upper East Side.
Upal lamenta que todavía se relacione el islam con el terrorismo porque «el Corán deja bien claro que no se ha de matar a gente inocente». «Por eso, añade, condenamos los atentados de la forma más dura posible».
En los últimos años se han reproducido ataques a mezquitas tanto en Nueva York como en el resto del país, unos episodios que han aumentado especialmente en el último año tras los atentados de París y Bruselas, así como la matanza de San Bernardino (EEUU) y un club nocturno en Orlando, ambos perpetrados por musulmanes presuntamente.
Según una encuesta de CBS News, el 60 % de los musulmanes dice que sufre discriminación por razón de su credo, aunque formen parte de casi toda las comunidades del país, de las administraciones y de las propias fuerzas de seguridad.
Coincidiendo con el asesinato del imán de Queens, el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, recordó hace unos días que 900 efectivos de la policía de la ciudad son musulmanes estadounidenses. Actualmente, de acuerdo con un estudio del Journey Data Center, entre 400.000 y 800.000 personas de la zona metropolitana de Nueva York se identifican como de religión islámica.
La presencia de musulmanes en Nueva York se remonta varios siglos atrás. Tal y como existe Chinatown o Little Italy, existió un Little Syria, en Nueva York, desde finales del siglo XIX y hasta bien entrado el XX.
Se situó en la confluencia de Washington Street y Rector Street, paradójicamente a cien metros del World Trade Center, y representaba en su día uno de los barrios más vibrantes de la cuidad, además de ser entonces el único sitio de Manhattan donde se podía comprar pistachos y otros productos de Oriente Medio. Ese barrio desapareció, sin embargo, cuando se construyeron las rampas de entrada a las autovías del túnel a Brooklyn.
El próximo lunes los musulmanes de Nueva York celebrarán como el resto del mundo la fiesta del sacrificio, el Aid al Adha, cuya fecha, marcada por la Luna, a punto ha estado de coincidir con el principal día de duelo en la historia reciente de Estados Unidos.