Por Iñigo Aduriz
05/10/2016
Primero fue el presidente de la Comisión Gestora del PSOE, Javier Fernández, el que el lunes posterior al convulso Comité Federal del partido del sábado, recalcó que «una abstención no es lo mismo que un apoyo» cuando le preguntaron sobre la posición que deberían mantener los socialistas ante una hipotética investidura de Mariano Rajoy.
Un día después, el martes, trascendía que la mayoría del Grupo Parlamentario Socialista que mantuvo su primera reunión tras el cisma, se mostró dispuesta a evitar unas nuevas elecciones y, específicamente, favorable a facilitar la llegada a La Moncloa al líder del PP para que se desbloqueara la situación.
Y este miércoles, el turno era el del portavoz del órgano de gobierno provisional de los socialistas, el andaluz Mario Jiménez, que en una entrevista en Onda Cero aseguraba que es imposible la formación de un Ejecutivo alternativo e insistía en que la dicotomía actual está entre sólo dos opciones: «elecciones sí o elecciones no».
El partido está allanando el camino hacia esa hipotética abstención que, por el momento, ninguno de sus miembros se atreve a defender en público. Y que implicaría necesariamente la convocatoria de un nuevo Comité Federal que tendrá que celebrarse en las próximas semanas. En esa reunión, el máximo órgano de decisión del partido entre congresos deberá así modificar la posición que se acordó en enero y que, según han recalcado los nuevos dirigentes, sigue vigente por el momento.
«El PSOE votará en contra de la investidura de Rajoy y de un nuevo Gobierno del PP. Porque ese es el mandato de nuestros votantes y de la mayoría de los españoles«, argumentaban los socialistas en la resolución política (ver texto íntegro) aprobada hace ya casi diez meses. Además, se mostraban dispuestos a conformar un Ejecutivo alternativo siempre que, para ello, no se tuviera que llegar a acuerdos que implicaran la negociación de las cuestiones soberanistas.
En el texto, rechazaron «de manera tajante, cualquier planteamiento que conduzca a romper con nuestro ordenamiento constitucional y que amenace así la convivencia lograda por los españoles durante estos últimos 37 años. La autodeterminación, el separatismo y las consultas que buscan el enfrentamiento sólo traerán mayor fractura a una sociedad ya de por sí dividida. Son innegociables para el Partido Socialista y la renuncia a esos planteamientos es una condición indispensable para que el PSOE inicie un diálogo con el resto de formaciones políticas».
Esas condiciones que impidieron que durante la XI Legislatura el acuerdo de gobierno de los socialistas no pudiera ir más allá del pacto entre los socialistas y Ciudadanos, son también las que suponen un escollo para desbloquear la situación en la XII. Porque, según sus propios documentos, el PSOE debería volver a votar ‘no’ a la investidura de Rajoy y no podría valerse de los votos de fuerzas nacionalistas entre cuyas exigencias esté el derecho a decidir.
La única vía supondría, por tanto, la aprobación de una nueva resolución en una reunión que no podría demorarse más allá de las tres próximas semanas, ya que el 31 de octubre finalizaría el plazo de dos meses fijado por la Constitución para poder realizar una nueva sesión de investidura, tras la primera votación.
No obstante, el precedente del Comité del pasado sábado y las divisiones existentes sobre la postura que debe adoptar el partido respecto a la gobernabilidad podrían volver a resultar en una nueva reunión convulsa en la que se vuelva a escenificar la guerra interna –entre los que apoyan al dimitido Pedro Sánchez y los que respaldan al llamado sector crítico, ahora en el poder– que mine la imagen y la fuerza del partido adopte la postura que adopte finalmente.