Por Andrés Tovar
02/01/2017
- Trump a Peña Nieto: Si México no va a pagar el muro, que no venga
- Peña Nieto suspende su viaje a EE.UU tras declaraciones de Trump
- Trump firma decreto para construir el muro y endurecer la política migratoria
- Trump firmó una orden ejecutiva con el fin de restringir el acceso de refugiados a EEUU
Crece la indignación en México después de que el presidente de EEUU, Donald Trump, firmase la orden para iniciar la construcción del muro fronterizo. El anuncio, como era de esperarse, ha derivado en una hecatombe diplomática, social y económica; con escarceo digital vía Twitter entre el mandatario estadounidense y su homólogo mexicano, Enrique Peña Nieto; un nuevo golpe al peso mexicano y una tensión en la región que sólo amenaza con elevarse.
«Una nación sin fronteras no es una nación» sentenció Trump de forma lapidaria este miércoles ante el Departamento de Seguridad estadounidense al momento que firmaba la orden ejecutiva que autorizaba la planificación y construcción del muro. «Y vamos a sacar a los malos», remataba.
Pero el controversial muro, la propuesta de campaña más destacada y polémica de los republicanos y rechazada por los demócratas, es más elevado que los límites de la retórica. El proyecto se ha tornado aún más discutido cuando el entonces candidato a la Casa Blanca declaró que la construcción sería financiada por México, algo que ha sido rechazado por el Gobierno mexicano en forma tajante. Pero el tema no para allí, adicionalmente la Administración de Trump, consideraría además la deportación de inmigrantes ilegales que habitan las localidades conocidas como ‘ciudades santuario’, a pesar de que algunas autoridades locales ya han rechazado esta medida.
Más de 11 millones de personas hacen vida sin documentos en EEUU. Another brick in the wall, cantaría Pink Floyd.
Un costo elevado
Algunos especialistas estiman que la construcción del muro tendría un costo aproximado de 20.000 millones de dólares, aunque otros creen que su levantamiento enfrentaría problemas adicionales que podrían elevar este valor, como las restricciones ambientalistas, los problemas de ingeniería, las disputas con dueños de las tierras que no darían paso a la construcción del muro en sus propiedades y el costo que representaría contratar a trabajadores con sus papeles en regla que, se supone, sería la opción ética dados los objetivos del muro.
Este último punto, señala un análisis de Bloomberg, es uno de los puntos más controversiales. Según el medio, la escasez de trabajo ha dejado pocas manos para construir casas y fábricas en la región fronteriza, donde los salarios ya se han ido en aumento y los proyectos en retraso.
El plan del presidente para «inmediata construcción de un muro fronterizo», asegura Bloomberg, obliga al gobierno a encontrar constructores legales para un proyecto que podría emplear a miles, si no decenas de miles.
Un dato importante citado por Bloomberg: alrededor de la mitad de los trabajadores de la construcción en Texas son indocumentados, y en todo el país la falta de autorización del 14 por ciento para el empleo en los EE.UU., de acuerdo con el Proyecto de Defensa de los Trabajadores, un grupo que aboga por Austin trabajadores indocumentados. Another brick in the wall.
Este jueves, el líder del Partido Republicano en el Senado de Estados Unidos, Mitch McConnell, ha asegurado que la construcción del muro en la frontera de su país con México costaría entre 12.000 y 15.000 millones de dólares, según ha revelado durante una rueda de prensa en Filadelfia (Pensilvania, EE.UU.).
McConnell, senador por el estado de Kentucky, ha indicado que los legisladores estadounidenses abordarán la cuestión del muro y dejarán que Trump «se ocupe de la relación con México».
Por su parte, el presidente de la Cámara de Representantes de EE.UU., Paul Ryan, espera que Donald Trump envíe un plan para pagar por el muro y, aunque no ha querido ofrecer detalles antes de recibir la propuesta de la Casa Blanca, sí ha manifestado que «esperamos un presupuesto suplementario de la Administración».
Mucho más extenso
El polémico tema ha dado lugar a un acalorado debate, especialmente tras la promesa de Trump de derogar medidas como la prohibición de deportar a inmigrantes ilegales que hayan ingresado al país antes de cumplir la mayoría de edad, conocida como DACA y adoptada en 2012 bajo la presidencia de Barack Obama.
La Administración del nuevo presidente estudia además la posibilidad de eliminar el programa de aceptación de refugiados sirios, detener temporalmente la emisión de visas a ciudadanos de Irak, Irán, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen e incluso prohibir la entrada de musulmanes a territorio estadounidense.
Los ladrillos que vienen (para México)
La alusión a los inmigrantes mexicanos como narcotraficantes o delincuentes, la idea de construir un muro en la frontera para impedir su ingreso a los EE.UU y que este sea financiado por los propios mexicanos fueron sin duda frases duras para estos, pero al mismo tiempo de alguna manera calaron en el descontento de millones de ciudadanos estadounidenses que finalmente convirtieron a Donald Trump en el nuevo presidente del país del Norte.
Por esto, más de un analista ha comenzado a plantear que es más que seguro que habrá modificaciones al NAFTA con el fin de hacer algo contra la cantidad de trabajos que México le ha “robado” a Estados Unidos según cree el presidente electo. The Economist vaticina en un reciente las consecuencias económicas y sociales que esta visión de la relación entre los dos países tiene el nuevo presidente.
Apunta el medio que el gran problema es que los líderes políticos de México parecen no saber cómo tratar con este problema y menos aun cómo persuadir al nuevo inquilino de la Casa Blanca que es mejor cultivar una buena relación de vecindad.
Trump no tardó en invocar a los empresarios a construir fábricas en su país en vez de en México. Esta simple alusión hizo que el peso mexicano se desplome, mientras el presidente mexicano, Peña Nieto, solo atinó a decir que México no construirá el muro al que Trump se ha referido constantemente.
Hasta ahora esa ha sido la tónica de la respuesta del presidente mexicano a las agresiones del presidente electo y no han logrado persuadirlo de cambiar su forma de referirse a los mexicanos, por lo que claramente todo indica que debería cambiar su estrategia de respuesta.
Una manera de hacerlo sería, visibilizando los beneficios mutuos de la relación de larga data que tienen los dos países: en comercio, en la lucha contra las drogas, en aporte de mano de obra para diversos sectores industriales en ambos territorios, entre otros.
Ojalá no sea demasiado tarde cuando se decida hacerlo. Another brick in the wall