Por Carles Salom Ribera (*)
Estamos en campaña y Ana Rosa saca tajada. Su intención parece no ser otra que mostrarnos a los candidatos en su día a día normal. No puede ser todo más anormal. Pero lo cierto es que algún líder ha sacado mejor partido que otro.
Los consultores en comunicación política hemos hablado una y otra vez que todo, absolutamente todo, comunica. Y parece ser que nuestro presidente sigue sin creerlo. Mariano Rajoy aparece en su especial 24h como un niño enseñando sus juguetes al amigo que llega a la casa. Si bien Ana Rosa, y el propio escenario, La Moncloa, dan un aire de solemnidad y importancia que envuelve al espectador, Rajoy se encarga rápidamente de romperlo y devolvernos a la realidad.
Vemos a un niño dudoso, esquivo en la mirada, nervioso por momentos y que deja gran parte del protagonismo a la periodista. Además de ello, frases desafortunadas y salidas de contexto, como el «que yo recuerde» al hablar del búnker o la total innecesidad de aclaración con: «Estamos grabando un programa», al dirigirse a unos jóvenes en la calle Génova.
Sabemos que es mal comunicador, sabemos que no se siente cómodo delante de las cámaras, pero mejor si hubiera adquirido un rol más presidencial, dominando la situación (que va más acorde al electorado al que se dirige), transmitiendo seguridad y templanza, más que al Rajoy niño, dudoso y de cerveza. No supo aprovechar la oportunidad que se le brindaba.
El bueno
Pedro Sánchez en cambio apareció mucho más seguro, tranquilo, y cercano. Hablando de su hija, de algunas pequeñas anécdotas, acercándose en definitiva a los padres jóvenes. Y luego apareciendo junto a su mujer consiguió acercar mucho más al personaje y lo situó de lleno en la precampaña. Un consejo: cuidado cuando aparecen más personajes en la cinta, todos comunican, y los asesores que estaban en la reunión con Pedro parecían no tenerlo muy claro por algunas de las caras que pusieron.
Fue un buen punto la llamada por skype con su amigo emigrado, otro mensaje dirigido para un gran sector de la población. Lo hizo con naturalidad y nos acercó al político en su etapa más joven, lo invistió además de liderazgo, tan puesto en duda por la lucha con Susana Díaz. En definitiva, Sánchez, que parece un niño bueno, supo aprovechar bien la presencia de las cámaras, se desenvuelve cómodamente y supo enviar mensajes encubiertos al ciudadano.
El malo
Pablo Iglesias tuvo un vídeo tal y como se presuponía. No dejó su máscara atrás. Pese al esfuerzo por atenuar, desde hace tiempo, la imagen de Pablo, en este caso mostrándonos sus orígenes, su austera forma de vida, su vecina… El tono, las pausas, la fuerza en las palabras, incluso el vocabulario utilizado, sigue indicando un alto grado de agresividad como político. He visto al mismo Pablo que siempre, aunque más simpático.
Lo que sí llega a lograr es mostrar la unidad del equipo. Pese a los rumores de enfados, de enemistades entre las tres grandes cabezas, se puede ver una comida distendida, con la presencia omnipresente de Monedero, con risas y chistes. En la visita a la sede nos acercan a un equipo de trabajo joven y que trabaja codo con codo con los dirigentes. No vemos salas de reuniones de comité como ocurre con Pedro o con Albert. Llegan a transmitir una forma diferente de trabajo. Opino que hubieran podido mejorar mucho más la imagen de Pablo, pero han sabido mejorar la del equipo.
El guapo
Albert Rivera, en cambio, tiene un comienzo de entrevista muy bueno. Todos querían una foto con el político apuesto, totalmente natural y humano que nos enseña el barrio donde nació. La aparición espontánea de la vecina le vienen que ni al pelo. Maneja bien su vida privada y habla con total naturalidad. Es al único que veo realmente como persona más que como político, con pocos mensajes, aunque consigue marcar un buen gol cuando confiesa hablar en catalán a su hija, las banderas de la barceloneta frente a las esteladas… Hay mensajes políticos, pero todos muy naturales.
Hasta que llega a la sede. Una vez entra en la sede ya dejamos de ver al Albert persona y vemos únicamente al político. Nos habla de programa de gobierno, de propuestas, de la campaña catalana invitando al ciudadano a no quedarse en casa… Es al único de los 4 políticos al que vemos realizar propuestas. Y, a mi juicio, le resta a la imagen que había conseguido construir en la primera parte de la entrevista. Había conseguido conectar muy bien con el espectador, pero se volvió demasiado candidato. Como resumen podríamos decir que empezó bien pero terminó mostrando justo lo que no se quería: el Albert político.
La ola de humanización política que estamos viviendo, y más desde Obama, llega también a nuestro país. Los políticos ya no son esos súperciudadanos capaces de regir el destino de un país, son hombres y mujeres con sus historias y sus peculiaridades, y los asesores de comunicación quieren mostrarlas. Pero definitivamente a algunos más que a otros les es más fácil ser ellos mismos delante de las cámaras.
(*) Carles Salom Ribera es director de marketing y estrategia política en Sanchís y Asociados.