Por Jesús Ossorio
En la madrugada del 4 de febrero de 1999 Amadou Diallo (22 años) volvía a casa tras otra jornada de trabajo más en la calle como vendedor ambulante. Al llegar a su apartamento en el Bronx, este joven inmigrante guineano que llevaba algo más de dos años buscándose la vida en Nueva York, se cruzó con una patrulla de policía de paisano justo cuando entraba en el portal. En el interior del vehículo, cuatro agentes que buscaban a un violador en serie por la zona.
Según los datos de la investigación, los policías le dieron el alto y abrieron fuego al confundir el ademán de coger su cartera del bolsillo como una “actitud sospechosa”. No fueron uno, ni dos disparos, sino hasta 41 los que lanzaron al desarmado Amadou. Dos de los policías -Sean Carroll y Edward McMellon- vaciaron sus armas semiautomáticas. Dieciséis tiros cada uno, más los nueve de sus dos compañeros. Una muerte brutal en cuestión de segundos.
Negro, joven y de barrio humilde. Tres rasgos de Amadou Diallo que comparte con gran parte de las víctimas de los homicidios cometidos por la policía estadounidense. Un fenómeno del que no existen estadísticas oficiales fiables y que se ha vuelto a poner de actualidad tras los casos de Eric Courtney Harris y Walter Scott el pasado mes de abril o la oleada de disturbios tras la muerte el pasado verano de Michael Brown (18 años). Pero el asesinato del inmigrante guineano en 1999 fue la primera que generó una verdadera conciencia de los casos de brutalidad policial y violencia racista por parte de las fuerzas de seguridad. La sociedad norteamericana despertó tras los 41 disparos y Diallo se convertió en un símbolo en contra de la discriminación racista en un país con más de 45 millones de afroamericanos, según el censo de 2013.
Durante semanas, centenares de personas se manifestaron frente a la comisaría central de la Policía de Nueva York (NYPD) para exigir responsabilidades y una sentencia ejemplar para los cuatro agentes implicados en el homicidio “por error” de Diallo. La presencia (y arresto) de personalidades como el reverendo Jesse Jackson, el documentalista Louis Theroux o la actriz Susan Sarandon entre los manifestantes dio aún más visibilidad al caso. Músicos como Ziggy Marley, Wyclef Jean y Bruce Springsteen dedicaron canciones al joven fallecido. “Si un agente te da el alto, prométeme ser educado, que nunca intentarás huir, prométeme que pondrás tus manos a la vista…”. Con el tema American Skin, el boss se ganó el agradecimiento de la comunidad afroamericana y ciertas reticencias de los policías de Nueva York que se sintieron atacados por la letra.
“La sangre inocente tiene fuerza y la de Diallo permitirá que la liberación de las generaciones venideras florezca”, dejó dicho el icónico reverendo Jackson. Pero sus plegarias no han sido escuchadas. El juicio del caso Diallo terminó con los cuatro agentes absueltos de todos los cargos y una indemnización millonaria para la familia de la víctima.
Un guión similar a la mayor parte de las 75 muertos que han seguido a este caso cero de la violencia policial contra los afroamericanos, según los datos de la ONG Legal Defense and Educational Fund. Los implicados entregan su placa o son suspendidos, la investigación judicial se eterniza y los tribunales terminan por retirarle los cargos, si es que llegan a ser imputados formalmente. De la macabra lista, en sólo dos ocasiones los agentes han sido condenados a penas de prisión.
Más de 15 años después, Kadiadou Diallo revive su dolor con cada nuevo episodio de violencia policial y recuerda que el asesinato de su hijo “abrió una puerta al sentido común”, pero advierte que “EEUU ha ido a peor” en este asunto. La violencia de esta semana en las calles de Baltimore ha dado la razón a la madre de Amadou.
La ciudad estadounidense, con más del 60% de población afroamericana, registró el martes su primera noche de toque de queda desde que se iniciaron los disturbios en protesta por la muerte de Freddie Gray. El joven afroamericano falleció el pasado 19 de abril tras ser detenido por llevar una navaja multiusos.
SABÍAS QUE…
-76 es el número de afroamericanos asesinados por la policía estadounidense desde la muerte de Amadou Diallo en 1999. Ninguno iba armado. La ONG Legal Defense and Educational Fund ha recopilado esta cifra ante la falta de datos oficiales del gobierno.
-Tras la muerte de Michael Brown en Ferguson, The Wall Street Journal cifró en 550 las víctimas mortales de la policía entre 2007 y 2012. Ninguna figura en los archivos del FBI.
-Siete años es la edad que tenía al morir Aiyana Stanley-Jones. Una brigada de los SWAT de Detroit que buscaba a un sospechoso por homicidio irrumpió en su casa por error. Un disparo acabó con su vida y uno de los agentes fue acusado de homicidio involuntario, pero el juicio fue anulado por desacuerdo en el jurado.
-En lo que va de año, seis afroamericanos desarmados han muerto en EEUU, entre ellos Walter Scott, disparado por la espalda ocho veces.