Por Ana Requena Aguilar / Fotografía: Begoña Rivas
Vincent Rosso es director de BlaBlaCar en España. La empresa, que nació en Francia hace nueve años y que pone en contacto a personas para que compartan sus viajes en coche, ha conseguido diez millones de usuarios en todo el mundo. Su expansión llega ya a 18 países, desde Inglaterra, Italia o Países Bajos a Turquía, Rusia, Ucrania, Serbia o Croacia.
La idea nació cuando el fundador, Fréderic Mazzella, se quedó sin billete de tren para volver a casa por Navidad. Su hermana tuvo que desviarse 150 kilómetros para recogerle. “A él le pareció increíble que esa fuera la única solución cuando estaba seguro de que mucha otra gente iba a hacer ese mismo recorrido y podían compartir gastos. De ahí salió un proyecto piloto al que se fue sumando más gente y que, poco a poco, fue creciendo”, explica Rosso.
Una vez consolidado el proyecto en Francia, BlaBlaCar dio el salto a España hace ahora cinco años. Fue, sin embargo, hace apenas uno cuando empezaron a ganar dinero, al realizar el pago por adelantado a través de una plataforma digital.
Hasta entonces, los usuarios contactaban entre ellos a través de la página pero pagaban sus viajes en mano, una vez en el coche.
“Gracias a esto, tenemos más información y un compromiso más alto de esas personas. Cobramos unos gastos de gestión que están entre el 9% y el 15% de la transacción. Ese dinero nos permite pagar la infraestructura y los sueldos de 10 empleados que pronto pasarán a ser 20. Antes vivíamos de la inversión hecha por la matriz”, dice Rosso, que asegura que la política de la empresa es “no vender los datos de los usuarios” ni tener publicidad en su página. El responsable habla de un “cambio cultural” y de “una nueva movilidad”, pero se resiste a dar datos sobre la facturación de la empresa o sus usuarios en España.
¿Qué garantías tienen los usuarios de que su viaje se llevará a cabo y que se corresponderá con lo contratado? El director en España señala que el conductor es responsable de tener todos los papeles en regla y sus puntos de carné. “Nunca nadie puede predecir si su coche se va a romper o si surgirá un imprevisto personal. En un servicio público te compensan con otras alternativas, en nuestro caso las personas buscan entre ellas las solución, y si no, no se hace el viaje o se busca otro en BlaBlaCar”, dice.
No obstante, Rosso subraya que si un usuario avisa a la empresa de que el conductor no ha aparecido, BlaBlaCar analiza la situación y devuelve el dinero. Lo mismo sucede si un conductor ha pasado a por alguien que no ha aparecido: “Se le abona su parte como compensación. Son casos excepcionales, el 3 o el 4% de todos los viajes”.
“Lo que el ofertante describe -su coche y su viaje- tiene que casar con lo que ha pactado con los demandantes. Si eso no se cumple, ese contrato se rompe y nosotros tomamos medidas”, dice el emprendedor. BlaBlaCar tiene un equipo de cinco personas en París que vigilan lo que sucede en la plataforma española. “También las opiniones que se intercambian los pasajeros son muy valiosas, la comunidad cuida de la comunidad, nos avisan cuando sucede algo”.
El empresario va más allá y destaca que cuentan con herramientas y controles para evitar que haya usuarios que intenten hacer de sus viajes un actividad profesional. “Tenemos una trazabilidad de quién ha viajado con quién, con qué frecuencia, con qué volumen de dinero… Si vemos algo raro, investigamos y borramos perfiles”. Como no podía ser de otra manera, Rosso también tiene su popio perfil en BlaBlaCar.
¿Competencia desleal?
BlaBlaCar rechaza que su empresa sea competencia desleal para las compañías de autobuses, como sí han denunciado algunas de ellas. “La competencia siempre es desleal porque uno viene más fuerte y más joven. Nosotros no nos consideramos competencia desleal porque no jugamos con las mismas reglas, nosotros no somos transporte público, sino privado. Ellos ofrecen transporte, nosotros una solución de movilidad”, asegura.
Y, ¿qué les diferencia de Uber, la compañía de transporte privado que un juez cerró recientemente en España? “Nuestro modelo es economía colaborativa pura porque ganamos al poner en contacto la oferta y la demanda, pero nuestros usuarios no sacan beneficio”, apunta Rosso.