Por Cambio16
El pasado 1 de marzo la presidenta argentina, Cristina Fernández, inauguró el periodo de sesiones legislativas, el último de su mandato. Fortalecida por el reciente fallo judicial que desestima la denuncia del fallecido fiscal Nisman –muerto de un disparo en la cabeza poco después de haber denunciado a Fernández, al canciller Héctor Timerman y otros oficialistas por encubrimiento de terroristas iraníes-, la mandataria se presentó ante sus simpatizantes alegre y risueña antes de iniciar un discurso que se prolongó durante más de tres horas, una de sus intervenciones más largas.
En el Congreso, la presidenta desgranó los logros de su gobierno, mencionó a su esposo y antecesor, el fallecido Néstor Kirchner (2003-2007), a Perón y a Evita y no escatimó elogios para su equipo económico ni críticas para el Poder Judicial, enfrentado abiertamente con el Gobierno.
Así, la presidenta se despedía: «Les dejo un país muy cómodo. Difícil para los dirigentes, pero cómodo para la gente».
Una advertencia a tener en cuenta para los aspirantes a ocupar el sillón presidencial en las elecciones del próximo octubre que se presentan como una de las convocatorias más reñidas de los últimos años.
Fernández -que apartó hace tiempo el sueño de una reforma constitucional que le permitiera competir por un tercer mandato-entregará el poder en diciembre próximo y se pondrá fin al kirchnerismo, que lleva en el poder desde hace 12 años.
“Mi previsión es que los argentinos decidirán una vía moderada para el cambio, que sí introducirá un nuevo juego de poder», vaticinaba Antonio Sola, estratega político español con varios presidentes latinoamericanos a sus espaldas, en el primer número de la nueva Cambio16 publicado en noviembre.
«En Argentina impera un gran deseo de cambio político. El desgaste del peronismo y la crisis económica que tiene al país al borde de un default, hacen pensar en un presidente no-peronista. Pero ante la oposición fragmentada como hoy se encuentra, quien sea escogido como candidato del oficialista Frente para la Victoria podría colarse en una segunda vuelta», opinaba también en la revista la politóloga venezolana María Teresa Romero.
Sin candidaturas claras
Cristina Fernández sigue sin dar pistas sobre a quién ungirá como su candidato a sucederle, mientras en la oposición no está dicha la última palabra en materia de alianzas.
Según un sondeo privado difundido en octubre de 2014, siete de cada diez argentinos afirmaba que en los comicios convocados para el domingo 25 de octubre de 2015 se decantarán por un candidato que represente un «cambio» de rumbo o, al menos, «más cambio que continuidad».
De acuerdo a la encuesta realizada por Isonomías Consultores, para los votantes que optarán por el cambio la opción que lidera las preferencias era el alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, líder de la conservadora Propuesta Republicana (Pro), pero sin sobresalir claramente.
De hecho, el segundo en preferencia, según este sondeo, era el diputado Sergio Massa, líder del Frente Renovador (peronismo disidente) y exjefe de Gabinete de Cristina Fernández.
En el oficialismo tampoco hay demasiadas definiciones. Pero para los analistas quien corre con ventaja para finalmente ser el «elegido» de Cristina es el gobernador de la provincia de Buenos Aires, el excampeón de motonáutica Daniel Scioli, un peronista que ha tenido varias idas y vueltas en su relación con el kirchnerismo desde que ocupó la vicepresidencia durante el Gobierno de Néstor Kirchner.
Scioli no es un «K puro», pero es quien más caudal de votos podría reunir para el oficialismo y tal vez ganarse una llave para una ronda electoral.
Más recientemente, el 25 de marzo, Clarín hacía balance de las últimas encuestas presidenciales y los resultados no cambian: no hay un claro sucesor.
El diario argentino publicaba: “Los últimos cuatro sondeos electorales a los que accedió Clarín muestran notable disparidad. Mauricio Macri, Sergio Massa y Daniel Scioli alternan puestos e intención de voto, según quién los mida”.