Por Manuel Domínguez Moreno
A falta de nuevas propuestas, ya solo quedaba la bronca. Y en eso emplearon todas sus energías sin contemplaciones los candidatos de PP y PSOE a presidir los próximos cuatro años la Junta de Andalucía, en faltar al respeto tanto de la moderadora del debate televisivo como del tercero en discordia, el candidato de Izquierda Unida, Antonio Maíllo, a años luz en elegancia y saber estar (haber sido profesor de instituto a estas alturas es un grado), y por ende de todos los andaluces en general.
Tanto fue así que este último llegó a recriminar a sus dos adversarios que dejaran el “tiki taka” del “y tú más” para otra ocasión en la que no estuviera en juego el futuro de los 8,5 millones de ciudadanos de la comunidad más extensa de España. Esta puesta en escena de sus más bajos instintos con tal de eludir de cabo a rabo sus responsabilidades ha calado en el mensaje final del debate de Televisión Española, con una puesta en escena añeja e igual de encorsetada que la que vimos una semana antes en Canal Sur.
Fue evidentemente Susana Díaz la que no estaba dispuesta a que el debate fuese una sucesión de monólogos anodinos, en los que sus compañeros de pupitre expusieran la pesada herencia de 33 años de gobiernos socialistas ininterrumpidos, muchos de ellos gobernados por dos personas que se verán las caras con la justicia en breve: Manuel Chaves y José Antonio Griñán, sin contar a otros ex consejeros, altos cargos y directivos de las últimas administraciones autonómicas por los casos de los falsos ERE y los cursos de formación fraudulentos. Y ahí salió a relucir la verdadera Susana Díaz, tan cercana y popular como bronca y soberbia, que no tuvo el más mínimo recato en recordar, una vez más, la figura de su padre fontanero y los consejos que le daba para que mantuviese en todo momento la honestidad bien alta. Pero una cosa es mantener el buen nombre de Andalucía al margen de la mierda que unos y otros se han encargado de tirar encima de ella y otra bien distinta arrogarse en propiedad el nombre de Andalucía para ella y su causa partidista.
Ni Andalucía es el PSOE, ni el PP ni IU, ni tampoco Podemos o Ciudadanos o el Partido Andalucista o UPyD. Andalucía es, simplemente, una tierra potencialmente riquísima que vive anclada en un lacerante paro estructural con décadas de atraso económico debido claramente a políticas erróneas basadas en el clientelismo más cerril y abyecto. Por eso a estas alturas ya no valen discursos paternalistas ni mensajes del miedo, y mucho menos promesas de tres al cuarto que más que sonrojo ajeno provocan ira y rabia contenida.
¿Cómo puede el candidato popular –que para TVE y sus rotulistas también es “Juanma Moreno”, un amigo, y no Juan Manuel Moreno Bonilla– decirle a los andaluces que existen “dos modelos, uno con 33 años de antigüedad y otro nuevo” representado en las siglas que representa, el PP, y no caérsele la cara de vergüenza con lo ejecutado en los últimos tres años a nivel nacional por su presidente Mariano Rajoy? ¿Alguien se cree a estas alturas que el PP puede prometer el pleno empleo en Andalucía, o sea, crear un millón de puestos de trabajo? Ya está bien de demagogia, somos andaluces, no gilipollas.
“Por favor, un respeto”, recordó Maíllo a sus contrincantes. Al menos el candidato de IU no entró por la senda de las promesas imposibles y ofreció poner los pies en el suelo: “No se trata de subir o bajar los impuestos, sino de quién paga los impuestos”, explicó. “Para generar empleo hay que renovar el tejido productivo y eso se hace con el crédito”, añadió Maíllo, que apenas le quedaba el derecho al pataleo reprochando a Díaz y Moreno sus “peleítas dialécticas”. Porque a la hora de la verdad, para el líder andaluz de IU, PP y PSOE se han “blindado” en la Cámara de Cuentas, “el órgano que vigila que no se hagan las cosas mal en los ayuntamientos”, les recordó. Y concluyó, a modo de reprimenda ejemplarizante: “Y ahora están ustedes aquí, peleándose como Pimpinela”, un dúo histórico demasiado bien avenido.
El dúo, mientras tanto, a lo suyo, a la bronca y el cante del malo, el de la pataleta, el del “y tú más” siempre improductivo y la táctica de esconder la cabeza bajo el ala. Fuera de aquel plató, otras opciones siguen buscando su espacio en el próximo Parlamento que salga de las urnas el próximo 22 de Marzo.
Y las encuestas auguran que el margen para la sorpresa puede ser mayúsculo. De hecho, incluso las mismas empresas demoscópicas reconocen que el resultado final de estas autonómicas andaluzas es un completo enigma y los márgenes de error de sus trabajos siguen siendo altísimos.
A día de hoy, cuatro de cada diez andaluces no saben qué hacer el 22 de Marzo ni a quién votar. Sé de buenas fuentes de primera mano muy cercanas a los principales partidos políticos que ni siquiera las encuestas internas que manejan las formaciones políticas en liza les inspira seguridad y confianza. El 22 de Marzo, definitivamente, será un día histórico para Andalucía… y por supuesto para España y quién sabe si para Europa.
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