Por Paz Mata
28/06/2016
Todo empezó en los Juegos Olímpicos de Montreal, en 1976, en los que el atleta estadounidense Bruce Jenner compitió en la prueba de decatlón y consiguió llevarse la medalla de oro, además de batir el récord mundial de la especialidad. Aquel triunfo convirtió a Jenner en el héroe americano por antonomasia. El New York Times escribió entonces, “Bruce y su esposa Chrystie (que financiará su carrera deportiva) ocupan un lugar tan alto en el pedestal del heroísmo americano que haría falta una grúa para hacerles bajar”.
Tras los Juegos, Jenner (Nueva York, 1949) decidió aprovechar el tirón del éxito y la fama, dejando atrás el atletismo, para dedicarse al mundo del espectáculo. Estuvo a punto de convertirse en Superman, pero Christopher Reeve se le adelantó. Su imagen adornó cajas de cereales, animó a la gente a beber una marca de zumo de naranja y a hacer fotos con una cámara japonesa. Su efímera carrera cinematográfica empezó con el filme sobre el grupo musical Village People, una comedia sobre la era disco en Nueva York, que le valió un premio Razzie (el galardón al peor actor del año). Lejos de desanimarse, este hito le motivó para dar el salto a la televisión, donde ha permanecido hasta nuestros días. En la pequeña pantalla, Bruce Jenner ha hecho de todo, desde series a documentales deportivos, pasando por concursos y terminando por los reality shows, su especialidad.
Mientras su imagen pública hacía las delicias del personal, en privado Bruce se debatía con su verdadera identidad. Bajo sus trajes y corbatas ocultaba ropa interior femenina, y los rumores sobre su transexualidad no tardaron en florecer. A finales de los 80, Jenner optó por frenar su transición por miedo a la reacción del público que tanto lo admiraba. Fue en 1991 cuando decidió casarse con Kris Kardashian, matrona de ese clan tan surrealista y peculiar que son las Kardashians, célebres en el mundo entero por protagonizar el reality Keeping up with the Kardashian.
Su tercer matrimonio le ayudó a restablecer su credibilidad y a ganar autoestima. Una ilusión que duró 23 años, el tiempo que necesitó para ver que sus hijas Kendall y Kylie, habidas de su unión con Kris, eran lo suficientemente independientes y maduras como para digerir su cambio de sexo.
En abril de 2015, tras un largo y doloroso proceso, Bruce Jenner se convirtió en Caitlyn Jenner y con ella comenzó un nuevo espectáculo. Su transición se hizo oficial en el programa 20/20 de la cadena ABC, en la entrevista realizada por la periodista Diane Sawyer. Su primera aparición en público fue en el discurso que dio en los premios Espy sobre lo que significa ser transexual hoy y la necesidad de entender y aceptar a las personas por lo que son. Caitlyn ha aceptado con orgullo la responsabilidad de educar a la gente a través de la serie documental I am Cait. La serie, que consta de ocho episodios de una hora de duración, de la que ella es productora ejecutiva y que transmite la cadena estadounidense E! Entertainment, la misma que alberga el show de las Kardashians, habla de su vida como transexual, de lo que su transición significa para la gente que la rodea y de las dificultades a las que se enfrentan mujeres como ella. A partir de ahora Caitlyn ya no esconderá más lo que siempre quiso ser, una mujer. “Voy a vivir y disfrutar de la vida, ya no tengo nada que ocultar”, dice triunfante en el encuentro que Cambio16 compartió con ella en un hotel de Beverly Hills al que llegó acompañada de otras tres mujeres trans con las que está compartiendo esta aventura mediática.
Hace 40 años, en los Juegos Olímpicos de Montreal, usted se convirtió en el atleta más completo del mundo. ¿Estaba Caitlyn ya con usted?
Por supuesto. Toda mi vida ha estado, aunque yo negara la evidencia desde que era un niño. No tenía otra opción porque en los años 50 y 60 no se podía hablar de estas cosas y menos con tus padres. Encima yo era disléxico, tenía muy baja autoestima, pensaba que todo el mundo era mejor que yo. Por eso me refugié en el deporte, que es lo que se me daba mejor, aunque nunca pensé que iba llegar tan lejos como atleta. Sin embargo, durante esos 12 años que estuve dedicado al atletismo, ese niño estuvo siempre presente tratando de probar al mundo que valía para algo. Eso fue lo que alimentó mis ganas de competir y de ser el mejor. Llegué a serlo en tres ocasiones. Batí el récord mundial en esos Juegos y ese día supe que me retiraría del atletismo porque comprendí que tenía que hacer algo más en la vida.
¿Qué era ese algo más?
Al día siguiente de recibir la medalla de oro me levanté, me miré al espejo con miedo y me pregunté: “¿Y ahora qué?, ¿qué voy a hacer para distraerme de mí mismo? Por suerte, a los pocos días me llamó la cadena de televisión ABC para ofrecerme trabajar para ellos. Fue mi primer trabajo. Hasta entonces sólo me había dedicado al atletismo. Esa oportunidad me trajo otras, y más tarde una familia. Los siguientes 30 años los pasé buscando distracciones que me apartaran del dilema de quién era en realidad. Fue en los años 80 cuando decidí hacer la transición y empezar el proceso de cambio de sexo.
Sin embargo, no llegó a completarlo. ¿Qué le frenó?
Los medios de comunicación fueron brutales conmigo, empezaron a correr los rumores sobre mi transformación sexual. Los tabloides me destruían todas las semanas, tenía cuatro o cinco paparazzi apostados en la puerta de mi casa que me seguían donde quiera que fuera, incluso al supermercado. Decidí no cambiarme nunca de ropa para ver si así se aburrían de verme siempre igual y dejaban de vender mi foto. Fue un periodo horrible, brutal para mí y mi familia. Mi madre veía mis fotos en las revistas y me llamaba alarmada para preguntarme si era verdad lo que se decía de mí.
¿Cuándo decidió continuar?
Cuando vi que mis hijos eran lo suficientemente maduros como para comprender mi situación. Primero se lo dije al mayor, Brandon, y su reacción fue maravillosa, me dijo: “Papá, yo siempre he estado muy orgulloso de ser tu hijo y si tomas esta decisión aún lo estaré más”. Mis hijas pequeñas son las que me preocupaban y también mi madre y mis hermanas que estaban aterrorizadas, temían que la gente reaccionara contra mí y me hiciera la vida imposible. Pero su amor por mí es mayor que eso. Querían que yo fuera feliz y me dieron su apoyo.
¿Tuvo miedo a que le descubrieran antes de que usted lo anunciara?
Mucho. Era una época en la que estaba haciendo televisión, publicidad y comenzando con el crossdressing. Me preguntaba por qué lo hacía, qué me impulsaba a ello, si era porque me iba el riesgo de que me pillaran o hasta dónde estaba dispuesto a ir con este asunto. Fue un largo y terrorífico camino el que recorrí.
¿Cuándo decidió desvelar su secreto públicamente?
Hace dos años y medio estaba en mi casa de Malibú, ya me había divorciado de Kris (Kardashian), los niños ya eran independientes y pensé: “Llevo 65 años escondiendo mi verdadera persona y tratando de resolver esta situación. Si no lo hago ahora, no lo haré nunca”. Hablé con mi publicista –el cual conocía mi situación desde hacía 35 años– para que me aconsejara sobre la mejor manera de hacerlo público. Podría haberme ido a vivir a Alaska y estar tranquilamente, pero se trataba era de hablar de un tema importante del que se ha evitado hablar siempre. Decidimos que lo mejor era en un programa como 20/20 que presentaba Diane Sawyer, magnífica periodista y un ser humano extraordinario. El resultado ha sido muy positivo.
¿Qué significa para usted ser mujer?
Significa ser honesta conmigo misma. Estoy aprendiendo a ser mujer, que no se consigue en dos meses. Todos los transexuales tenemos que aprender sobre nuestro género y sobre quién somos como personas. Yo he tenido a esta mujer dentro de mí toda la vida y ahora es su oportunidad de salir y de que el pequeño Bruce se meta dentro.
¿No va a echarle de menos?
No, porque Bruce no ha desaparecido, lo que ha cambiado es la forma en la que la gente me percibe. Bruce sigue dentro de mí. Mi modo de ver la vida, mi relación con mi familia y mis amigos es igual que cuando era Bruce. Todavía piloto aviones y coches, y sigo haciendo las cosas que me apasionan. Las mujeres también podemos hacer de todo. Yo me siento mucho más cómoda y feliz de esta manera. Pero no voy a negar que el cambio de nombre haya sido traumático.
¿No pensó que como mujer lo iba a tener más difícil?
He tenido una vida extraordinaria, me he subido varias veces al pódium, he vivido momentos excitantes como macho alfa físicamente fuerte y poderoso. En los últimos 12 meses he tenido la oportunidad de vivir como soy realmente y está siendo maravilloso. Desde que salí en la portada de Vanity Fair las cosas han cambiado radicalmente. La gente vio como era Caitlyn y los medios de comunicación enterraron a Bruce. Para ellos esta Caitlyn resulta más interesante. Todo cambió en cuestión de minutos. Lo bueno ha sobrepasado con creces a lo malo que ha habido en mi vida. El otro día por la mañana empecé a prepararme para la jornada y de repente me di cuenta de que era simplemente feliz. Hacía mucho tiempo que no me sentía así de bien.
Ahora que tiene una nueva vida, ¿cuál es su objetivo?
Cuando decidí dar este paso era estar feliz. Eso ya lo he conseguido. Lo siguiente es ayudar a la gente que no ha tenido la suerte que he tenido yo. Por esa razón pensé hacer la serie I Am Cait, para llegar a la comunidad transexual, escuchar sus problemas y hacer que estos se conozcan en todo el mundo y entre todos podamos hacer que las cosas vayan mejor para las nuevas generaciones. Va a ser un largo camino y no lo puedo hacer sola. Probablemente no llegue a ver el gran cambio que se pueda producir en nuestra sociedad cuando la transexualidad sea aceptada en todo el mundo. Pero mientras yo esté viva no pararé de hablar de ello. Es una forma de empezar.
He visto el primer episodio y políticamente promete…
Sí, es verdad, las cosas se caldearon bastante (risas).
¿Apoyará a Donald Trump si opta a las elecciones de EEUU?
Voy a esperar a que acaben las primarias y cuando tengamos al candidato del partido republicano hablaremos de ello. He quedado con todas las chicas (se refiere a Candis Cayne, Chandi Moore y Ella Giselle, las jóvenes transexuales que intervienen en la serie) que hablaremos de ello, porque los republicanos necesitan ayuda para entender nuestro problema y nadie mejor que nosotras para explicárselo (risas).
¿Qué veremos en los próximos episodios?
A medida que avanza, las chicas y yo vamos acercándonos y queriéndonos más y eso es una lección para cualquier sociedad. No siempre compartimos las mismas ideas, pero las discutimos de forma honesta y civilizada. Dejamos la política a un lado porque lo que cuenta es hablar de los problemas que afectan a la comunidad transexual.
Otro de los temas que tratan en la serie es el amor en la vida de un transexual. ¿Está preparada para ello?
Bueno, no es tan fácil, pero es algo que exploraremos en el cuarto episodio, cuando lleguemos a Des Moines (risas).
¿Por qué no es fácil?
Me he casado tres veces y tengo una familia que es el centro de mi atención. El romance no me interesa ahora. Pero para las chicas [de la serie] es muy importante. Por eso vamos a hablar de cómo encontrar novio, marido y tener hijos. Temas que hemos tratado con abogados para saber cuáles son las posibilidades para un transexual.
¿Qué habría que hacer para seducirla?
¡Uy! (risas). No estoy por la labor. No me ha gustado nunca ir de marcha ni acudir a eventos sociales. Pero ahora las chicas y yo salimos y nos lo pasamos muy bien. Ahora disfruto más yendo a cenar con mis hijos, con mis amigos, incluso estoy saliendo a bailar, cosa que no se me da mal del todo.