Por Cambio16 / Efe
Agentes de la policía francesa ha abatido de varios disparos a un hombre que aparentemente pretendía atacar con un cuchillo una comisaría en uno de los barrios más multiétnicos de París, en un incidente que coincide con el primer aniversario de la masacre en la revista Charlie Hebdo.
La Fiscalía antiterrorista ha asumido la investigación de los hechos, tras revelar que en el cadáver del hombre se halló «un papel con la bandera del Estado Islámico (EI) y una reivindicación manuscrita en lengua árabe«, además de un teléfono móvil. Todavía se desconoce la identidad del agresor, señaló en un comunicado la Fiscalía, que investiga la «tentativa de asesinato sobre personas depositarias de la autoridad pública en relación con un proyecto terrorista».
A las 11.30 hora local (10.30 GMT), el individuo, que llevaba un cuchillo de carnicería y un cinturón de explosivos falso, mostró su arma y gritó «Allahu akbar» («Dios es grande») antes de ser abatido por los policías de guardia ante la comisaría, según las autoridades.
Según pudo constatar en el lugar de los hechos, el cuerpo del agresor, un hombre de mediana edad y cabello oscuro, estuvo tendido en el suelo durante más de una hora a la entrada de la estación de policía del barrio de la Goutte d’Or, en el norte de París, mientras un robot manejado por los artificieros lo examinaba. «Escuché un grito, no sabría decir si fue «Allahu akbar», y después al menos tres disparos fuertes», explicó Said, un vecino que se encontraba a una cincuentena de metros de lo sucedido.
Minutos después, las fuerzas de seguridad acordonaron el barrio, con un gran despliegue en el que todos los comercios circundantes cerraron sus puertas y los alumnos de colegios cercanos fueron recluidos en los centros. Pasadas las 15.00 hora local (14.00 GMT), la actividad recobró su ritmo normal y las líneas de metro que desembocan en las inmediaciones fueron reabiertas al público.
La investigación se centra ahora en conocer los posibles vínculos terroristas del individuo, cuya acción sacudió uno de los barrios con mayor presencia de inmigrantes magrebíes y del África negra y que es conocido por su conflictividad social.
El incidente tuvo lugar el día en que se conmemora el primer aniversario de la masacre yihadista perpetrada por los hermanos Kouachi contra el semanario satírico Charlie Hebdo, en la que murieron 12 personas. El portavoz del Ministerio francés del Interior, Pierre-Henri Brandet, reconoció en declaraciones a medios locales que «forzosamente hay una concordancia (con el aniversario) que puede hacer pensar que no es fruto del azar y que contaba en la motivación del individuo».
Además, se produjo en el momento en que el presidente francés, François Hollande, rendía homenaje a las fuerzas de seguridad con un discurso en el que prometió incrementar sus medios. «Para salir sin debilitarnos del estado de emergencia», decretado tras los atentados del 13 de noviembre pasado en París con 130 muertos y que debe levantarse el próximo 26 de febrero, el Gobierno prepara un proyecto de ley que «responde a los desafíos» como el retorno a Francia desde Siria e Irak de personas radicalizadas, confirmó el jefe del Estado.
Un año de la masacre de Charlie Hebdo
Este hecho tiene lugar justo cuando se cumple un año de la masacre en el semanario satírico Charlie Hebdo. Fue poco después de las 11.30 de la mañana (10.30 GMT) del 7 de enero de 2015, cuando los hermanos Said y Cherif Kouachi irrumpieron en la sede. La revista, en el este de París, que estaba en el punto de mira de los integristas por sus polémicas viñetas sobre Mahoma.
Los atacantes se dirigieron a la segunda planta, donde se celebraba el consejo de redacción para preparar el próximo número, y allí asesinaron a sangre fría a ocho miembros de Charlie Hebdo, a un invitado y a un policía que hacía de escolta. Entre los fallecidos, leyendas de la caricatura como el director del semanario, Stéphane Charbonnier «Charb», Jean Cabut «Cabu», Bernard Verlhac «Tignous», Philippe Honoré y Georges Wolinski.
En un número especial publicado con motivo del aniversario de la tragedia, la revista repasa los hechos pormenorizadamente, con la ayuda de varios testigos. Esa mañana, los dibujantes y periodistas de «Charlie Hebdo» se habían enfrascado en una discusión sobre «los jóvenes franceses que eligen la yihad», con opiniones opuestas y «virulentas».
La reunión de la redacción quedó interrumpida con la irrupción de los hermanos Kouachi, encapuchados y armados con kalashnikov, que después de haber matado a un empleado de mantenimiento del edificio tomaron como rehén a una de las dibujantes de la revista, Coco.
Coco explica que subió hasta la segunda planta y allí, «paralizada», marcó el código de la puerta «como una autómata» y los terroristas empezaron a disparar. Luz, uno de los dibujantes, llegó tarde a la revista porque ese día era su cumpleaños y «lo había celebrado en la cama con mi mujer, dos galletas y una vela». Para excusarse por su retraso, había comprado un roscón de Reyes y, cuando se acercaba al edificio, le advirtieron de que no entrara porque había una toma de rehenes. El dibujante vio entonces salir a los dos terroristas: «Los vi caminar hacia atrás, con pasos de bailarín, como en una especie de coreografía. Estaba de piedra, concentrado en lo absurdo de la dimensión gráfica que veía».
Fiel a su estilo, el último número del semanario es también antirreligioso, con una polémica portada que acusa al dios de las religiones monoteístas de ser el asesino del Charlie Hebdo y alerta de que éste sigue suelto«.
Las críticas vertidas desde diferentes estamentos han llevado a la organización Reporteros Sin Fronteras a denunciar la instauración de lo «religiosamente correcto», que amenaza la libertad de expresión y que representa un «serio peligro» para el periodismo.